De familia humilde, Juan García Pérez, nacido en Moratalla el 18 de agosto de 1904, fue el único varón de los siete hijos que tuvieron sus padres, por lo que a muy temprana edad tuvo que abandonar la escuela para ayudar en la agricultura, siguiendo cierta costumbre de la época. Por las mañanas temprano, camino de la huerta y a lo largo del día mientras ayudaba a sus padres en las tareas agrícolas, la voz de Juan se mezclaba con los mil cantos de la naturaleza como si de una competición se tratara. Y cuentan que, a veces, los hortelanos que pasaban por allí se detenían para oírle cantar y pedirle algún tema que él interpretaba gustosamente. También colaboraba desinteresadamente en los actos benéficos organizados en Moratalla.

Y he aquí que los dueños de las tierras que sus padres labraban y cultivaban, oyéndole cantar, decidieron ayudar al muchacho pagándole los estudios de música en el Conservatorio de Murcia. Aunque al principio se resistió a la propuesta por no dejar solos a sus padres y hermanas, finalmente pudo más su vocación y aceptó la oferta. Al terminar los primeros estudios en la capital, Juan García Pérez fue becado por la Diputación para completar su formación musical en el Conservatorio de Madrid, bajo la dirección del maestro Tabuyo. Alternó allí los estudios con esporádicas y ocasionales actuaciones. Fue entonces cuando adoptó el nombre artístico de García Guirao, cambiando su segundo apellido, Pérez por el mismo de su padre. Finalizados sus estudios, y durante unos doce años, la zarzuela se viste de gala con la voz de García Guirao, quien llenó los principales escenarios, entre ellos el Fuencarral, Ideal, Fontalba, Calderón o Metropolitan.

Pero estalla la Guerra Civil Española. Ante las dificultades que encontraba, García Guirao estuvo tentado en dejar ese mundo de la canción y regresar a Moratalla para seguir trabajando en la agricultura. Pero allí en Madrid, conoció a unos moratalleros venidos de Buenos Aires que le animaron para que marchara a Sudamérica. Se lo pensó, pero se decidió, afortunadamente, a ir. Le influyó mucho la entrevista que mantuvo con el argentino Fernando Ochoa quien, de visita en España, y habiendo atraído su atención la voz de García Guirao, le propuso que viajara a Buenos Aires. El popular tenor moratallero aceptó visitar ese país durante cuatro meses... que se dilataron durante ocho años

Comenzó a cantar en hospitales, asilos, salas de fiestas, teatros... Estrenó la sala del Príncipe y actuó también en el Grand Splendid, Goyescas, etc. El nombre de García Guirao era ya conocido, contribuyendo también a ello sus actuaciones fijas en Radio Belgrano y Radio El Mundo.

Revistas y periódicos hablaban de él y pronto se convirtió en el ídolo de la canción. Su voz de tenor era ya famosa y su presencia imprescindible en actos benéficos y culturales. Muchas empresas obsequiaban en sus productos la foto del cantante de moda con la letra de alguna de sus canciones: A Moratalla, Tarde de otoño en Platerías, Madre, Lo mismo que tú y un largo etcétera en el que se encontraba su creación Doce cascabeles, que interpretó a su regreso a España tras los ocho años de éxito en Argentina y otros países sudamericanos.

De vuelta a nuestro país, visitó Moratalla y organizó un acto benéfico en el Teatro Trieta para recaudar fondos destinados a la restauración de la iglesia parroquial. Al cabo de dos años, marchó otra vez a Argentina donde siguió cosechando éxitos. García Guirao permanecería en Argentina hasta 1965, cuando regresó a España enfermo. Pese a que las fuerzas le flaqueaban, realizó alguna actuación en Madrid y grabó un disco con sus mayores éxitos. Pero la vida se le acababa por momentos. Alternó breves estancias en Moratalla con Madrid, luchando contra la muerte y defendiendo sus enormes deseos de vivir. Y, finalmente, en mayo de 1971, el día 26, el tenor nos dejó para siempre.

El año de su muerte se filmaba clandestinamente una película documental titulada Canciones para después de una guerra, en la que la voz de García Guirao interpreta Limosna de amor. El Ayuntamiento le ha dedicado una calle para que sea recordado.