«Comenzaron las contracciones, una detrás de otra, y decidimos marcharnos al hospital porque el nacimiento parecía inminente». El 23 de febrero de 2011 quedará grabado para siempre en la memoria de Susana Calvo y Gustavo González porque su segundo hijo, Unai, vino al mundo ayer en el interior del vehículo que conducía el padre de familia, cuando a toda prisa se dirigían hasta el hospital comarcal Rafael Méndez de Lorca en compañía de la madre de Susana.

«La experiencia se vive con mucha emoción, pero todo fue muy rápido», comentaba ayer la parturienta desde la habitación que ocupa en el hospital lorquino. «Me puse de parto sin saber que lo estaba», manifestaba a este periódico horas después del nacimiento del pequeño. Durante el trayecto desde Águilas hasta Lorca, unos a otros se animaban con la esperanza de poder llegar cuanto antes al centro sanitario.

Pero no fue así, porque a la altura de una estación de servicio, ubicada en la pedanía de Purias, el bebé vino al mundo ajeno al ajetreo que en ese momento vivían sus padres y su abuela materna. «Dos contracciones, dos contracciones más y llegamos al hospital», decía el marido para animar a su mujer cuando tuvieron que parar en la gasolinera. «Era el único sitio en el que podíamos parar y así lo hicimos. Dos empujones más y estaba fuera», dice Susana. La mujer, de 34 años, agradece enormemente la gran ayuda prestada desde el 112, «donde iban dando las indicaciones a mi madre sobre lo que tenía que hacer y, por supuesto, a mi marido, que es un ‘matrón’ de campeonato».

Un parto fácil

El niño nació en el asiento trasero del coche en el parking de la gasolinera. Cuando llegó hasta el lugar la ambulancia, lo primero que hicieron los profesionales sanitarios fue revisar al bebé para comprobar que todo estaba perfecto. «Después terminé el parto dentro de la ambulancia y nos trasladaron a los dos hasta el hospital», relata Susana. Unai, hijo de madrileños afincados en Águilas, fue muy puntual y dio a su madre un parto fácil. Se le esperaba hoy y Susana no sintió dolor de ningún tipo. Incluso por la mañana acudió con su otro hijo, Yago, de 16 meses, hasta la guardería. Ayer tenían previsto, no obstante, acudir a la consulta de la matrona, pero no hizo falta. Poco después «comenzaron las contracciones, una detrás de otra, y fue cuando decidimos emprender el viaje hasta el hospital».

El pequeño, que ya se alimenta de leche materna, pesó al nacer 3,6 kilos. Horas después de llegar al centro sanitario, madre e hijo pasaron a planta, donde se encuentran a la espera de ser dados de alta hoy. Por su parte, Yago conocía que acababa de tener un hermanito porque sus padres llamaron por teléfono a su guardería para comunicarle el feliz acontecimiento.

Susana Calvo quiso agradecer también la atención que recibió en todo momento por parte de los profesionales sanitarios del hospital lorquino.

«A la bonita sensación de ser madre tengo que añadir ahora esta experiencia», dijo.