­«Estoy destrozada. Lo siento pero no no puedo hablar. Acaban de decirme que mi hija tiene dañada la médula espinal. No sé qué le va a pasar», decía entre sollozos la madre, una mujer de unos cuarenta años mientras esperaba noticias de cómo transcurría la operación.

«Nos hemos ido a cazar desde Cartagena esta mañana con unos amigos, a una finca por Fuente Álamo, nunca habíamos ido allí. A ella le apasiona la caza. Desde pequeña se empeñaba en acompañarme, así que en cuanto pudimos, le sacamos su licencia», relata el padre, un poco más calmado tras los minutos de tensión que vivió por la mañana, mientras esperaba a los médicos, con su hija tendida en medio de la sierra desangrándose.

La hermana de la chica, muy parecida físicamente a ella y más o menos de la misma edad, caminaba nerviosa por la sala de espera de Urgencias.

«Ni nosotros sabemos qué ha pasado. Ha sido todo muy raro, no entendemos cómo ha podido darle el cartucho», explica su tía. «Comentan tantas cosas... que ha sido ella a sí misma, dicen. Eso es mentira. Ha sido uno de los amigos del padre. Ojalá se salve, pero esto va a haber que investigarlo», concluye la mujer, confesando la desconfianza de la familia ante el disparo de la chica.