Los jumillanos se despertaron ayer más tranquilos pero con la resaca de una semana complicada. Los altercados del pasado martes protagonizados por un grupo de vecinos cuando más de un millar de ellos se manifestaba a las puertas del ayuntamiento de Jumilla pidiendo más seguridad ciudadana acabaron con seis detenidos que quedaron en libertad el viernes tras prestar declaración en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del municipio.

El ruido de las aspas del helicóptero de la Guardia Civil que sobrevoló la tarde del viernes el municipio, decenas de agentes y antidisturbios procedentes de Valencia y de otros puntos de la Región sumado a la iniciativa de muchos propietarios de bares y discotecas de la ciudad que decidieron no abrir sus locales las noches del viernes y el sábado, evitó que los temores a que se produjeran reyertas entre bandas de jóvenes acabaran haciéndose realidad.

"La noche ha sido muy tranquila. No había ni dónde tomarse un café; estaba todo cerrado", comentaba ayer un joven que estaba almorzando en un bar de Jumilla. Los rumores de que se podrían producir peleas persistían durante el día. "Eso se escucha; que han quedado a las doce de la noche en un parque de por aquí. Pero bueno también iban a venir anoche -por el viernes- y al final nada", añadió. La noche del viernes trascurrió bajo fuerte medidas de seguridad y vigilancia. La sospecha de que pudieran llegar bandas juveniles de otros municipios hizo que se extremase la vigilancia. Puestos de control de la Guardia Civil se encontraban en las distintas entradas y salidas a la ciudad, así como en sus calles. "A mí, me registraron el coche en varios controles", aseguraba otro vecino. El dispositivo desplegado por la Benemérita se mantuvo anoche.

Algunos comentaban que las medidas de seguridad podrían mantenerse todos los días para evitar problemas. "La falta de trabajo de muchos inmigrantes hace que estén en la calle, roben para comer, se emborrachen... lo que conlleva una sensación de inseguridad entre nosotros", comentaba un jumillano. "El pueblo no es lo que era", añadió.

Por otra parte, los magrebíes que viven en el barrio jumillano de Santiago aseguraron no tener miedo a posibles represalias y brotes racistas que se puedan producir en el municipio. "Me parece muy mal que los marroquíes roben, comentan delitos y violen a chicas. Nosotros también tenemos hijos y hermanas", afirmaba Mustafa Taitai.