Crónicas Mundiales

El jeque kuwaití que bajó al campo y anuló un gol (1982)

En una decisión inédita, el árbitro soviético atendió la petición del mandatario kuwaití, que ocho años después falleció en la Guerra del Golfo

El jeque kuwaití, en el césped del José Zorrilla de Valladolid

El jeque kuwaití, en el césped del José Zorrilla de Valladolid

Javier Giraldo

Javier Giraldo

La selección de Kuwait disputó su primer –y de momento único- Mundial en 1982: llegó al torneo después de una brillante fase de clasificación, liderando el grupo de Asia y Oceanía.

Quedó encuadrada en un grupo complicado, el D, junto a Francia, Checoslovaquia e Inglaterra. Sin embargo, el Mundial no empezó mal para Kuwait, con empate a un gol ante Checoslovaquia en Valladolid

En la segunda jornada se enfrentarían, también en Valladolid, a Francia, en un partido que dejaría para la historia una de las escenas más surrealistas de los Mundiales.

Todo transcurre con normalidad y cumpliendo todos los pronósticos, con 3-1 a favor de Francia en el minuto 75, cuando Alain Giresse marca el cuarto gol para los galos. 

La polémica del silbato desconocido

Pero los kuwaitíes reclaman algo y de manera muy insistente: aseguran haber oído el pitido de un silbato y por eso se han quedado parados. 

El árbitro, el soviético Miroslav Stupar, dice que él no ha pitado y que el gol es perfectamente válido. 

Pero en ese momento empieza a agitarse algo en el palco de autoridades del estadio José Zorrilla (el único campo que se construyó expresamente en España para el torneo): el jeque Fahd al-Sabah, presidente de la federación de Kuwait y hermano del emir del país, ordena a sus jugadores que se retiren del campo inmediatamente

Nadie sabe muy bien qué sucede. El jeque sale enfurecido del palco y baja al césped. Los guardias civiles, sorprendidos y confusos, le dejan pasar e incluso le protegen de la nube de cámaras que le rodea. 

Los franceses no dan crédito

El jeque se pone a discutir ostensiblemente con el árbitro. El partido está interrumpido diez minutos, ante el asombro de los franceses, que alucinan aún más cuando comprueban que el árbitro da la razón al jeque, anula el gol de Giresse y concede saque neutral. Ahora son ellos, los franceses, quienes amenazan con abandonar el partido por la insólita decisión del árbitro. 

Su seleccionador, Michel Hidalgo, cumple su promesa y se va del campo, pero los jugadores reanudan el partido. 

Fahd al-Sabah vuelve al palco y el juego continúa. Bossis marca el cuarto de Francia –ahora sí que vale, sin pitido confuso de por medio- y el partido termina con una sensación de bochorno y vergüenza. 

El extraño argumento del jeque

Nunca antes un dirigente había bajado al césped para anular un gol. El jeque explicaría después que sus gestos fueron malinterpretados y que solo había bajado al campo con la intención de calmar a sus futbolistas. 

“Cuando dos personas se dan la mano, puede ser que se estén encontrando o que se estén despidiendo”, expuso como argumento. 

La FIFA estudió el caso: ratificó el 4-1, sancionó a Kuwait con 25.000 francos suizos, amonestó a los responsables de la organización del partido y excluyó del torneo al árbitro soviético, que nunca volvió a pitar un partido internacional. 

Las imágenes del partido demuestran que cuando Giresse conduce el balón y entra en el área rival para marcar, el árbitro levanta las manos, dando continuidad al juego, y por lo tanto sin apreciar nada extraño desde la grada o en el césped.  

Peor suerte corrió el jeque, que murió ocho años después, el 2 de agosto de 1990, asesinado por tropas iraquíes en el primer día de la Guerra del Golfo