El mundo del automóvil está lleno de auténticos iconos y nombres legendarios que justifican la pasión que puede llegar a vivir el aficionado a todo lo que se mueva a motor y sobre ruedas. Rolls-Royce es, fuera de toda duda, uno de esos mitos que ha conseguido perdurar a lo largo de los tiempos como máximo exponente del lujo y la sofisticación al más alto nivel.

Y es que, como argumentan desde la propia marca británica, un Rolls-Royce no tiene ningún rival en el mercado. Un Rolls es una herramienta de movilidad más para quien tiene un avión privado o un yate de lujo... y tuvimos la ocasión de comprobarlo.

Las montañas que separan Alemania de Austria, fueron el escenario de una toma de contacto muy especial. Una inmejorable oportunidad para conocer y experimentar la verdadera esencia Rolls Royce. La imponente presencia de las grandes berlinas Phantom y Ghost, la lujosa deportividad del coupé Wraith y del cabrio Dawn, junto a la particular concepción SUV del Cullinan, conforman una oferta de modelos superlativos en todos los sentidos.

Silencio, se rueda

Y es que, el aura de exclusividad e incluso misticismo que rodea a cualquier modelo de la marca a la que dieron nombre Henry Royce y Charles Stewart Rolls en 1904, se percibe desde el primer momento. Tanto si se va como pasajero como si se tiene la oportunidad de conducirlos. Fineza, suavidad, comodidad y silencio, mucho silencio. A pesar del exagerado volumen y dimensiones de cualquier Rolls-Royce, el nivel de confort de marcha es excepcional. Da igual el escenario; urbano, una vía de alta velocidad o incluso un a revirada carretera, en el que los Cullinan y Ghost que tuvimos la ocasión de probar, se movían con una asombrosa agilidad pese a la más de tonelada y media de peso de ambos modelos. 

En este sentido, el papel del chasis y el sistema de suspensión inteligente es de vital importancia. Cabe destacar la capacidad predictiva de analizar la carretera con la que cuentan gracias a la tecnología de comunicación por satélite que, entre otros detalles, es capaz de seleccionar la marcha adecuada y obtener el máximo rendimiento a su cambio automático de 8 velocidades. También cuentan con un especial protagonismo los motores V12 que montan toda la serie de modelos. Una serie de unidades que ofrecen cifras de potencia que oscilan entre los 571 CV y los 600 CV, con los que obtienen un nivel de prestaciones y dinamismo más que destacable con valores como una velocidad máxima limitada electrónicamente de 250 km/h o los tan sólo 4,8 segundos que le cuesta acelerar de 0 a 100 km/h al Ghost.

Pero los números no son lo de Rolls-Royce. A los responsables de la marca no les gusta hablar de cifras, simplemente de sensaciones, pasión y emoción. Eso es lo que se necesita a la hora de comprar alguno de los modelos de su gama, además de dinero, aunque no sabrás lo que cuesta hasta que te decidas comprarlo, y partir de un precio de inicio de alrededor de 350.000 euros. 

Rolls-Royce muestra su lado más oscuro 

El mundo del automóvil no para de evolucionar en todos los sentidos. Y en Rolls-Royce no han sido ajenos a estos tiempos de cambio. Por mucho que pueda extrañar, el usuario de un Rolls no es el arquetipo que muchos podíamos imaginar. La edad media del cliente de la marca británica, parte del Grupo BMW, es de tan sólo... 42 años. Y además, la mujer cada vez adquiere una mayor presencia entre sus usuarios. Un nuevo escenario en el que, sin mantener la esencia original, Rolls-Royce ha lanzado la serie especial Black Badge, siguiendo las demandas de su nueva clientela. Se trata de un catálogo disponible en toda su gama marcada por una estética oscurecida que incluso llega a alcanzar a su icónico «Espíritu del Éxtasis» a la vez que ofrece un rendimiento y un nivel de equipamiento y detalle adicionales.