BMW ha lanzado la cuarta generación del BMW X5, un modelo que supera en todos los aspectos a su predecesor, empezando por lo más evidente: su tamaño. Ofrece una imponente longitud de 4.922 mm y una anchura de 2.004 mm, que le permiten ofrecer un interior extraordinariamente espacioso, que puede albergar cinco o siete plazas.

El espacio es sin duda una de las principales virtudes del habitáculo del BMW X5, pero es sólo un aspecto más en todo el despliegue de medios que se ha hecho BMW para brindar una de las mejores calidades de vida abordo que hemos experimentado en un vehículo.

Todos los pasajeros gozan de un espacio luminoso gracias al gran techo panorámico de cristal, de una insonorización ejemplar, de un confort de rodadura sencillamente extraordinario y de una climatización personalizada, entre otras muchas ventajas. A su vez, los ocupantes de plazas delanteras suman unos asientos ‘Confort’ que integran ventilación, calefacción y función masaje, además de infinitas regulaciones electrónicas con memoria.

Tecnología del futuro

El nuevo BMW X5 disfruta de uno de las dotaciones tecnológicas más amplias y variadas que hemos visto nunca en un coche en los apartados de infoentretenimiento, conectividad, seguridad y ayuda a la conducción. De entre todo este despliegue, nos llamó especialmente la atención un sistema capaz no sólo de mostrarte sino también leerte las noticias del día, el control gestual del sistema de audio, el intuitivo control por voz, el mando circular iDrive con sensor de escritura, las dos grandes pantallas de 12,3 pulgadas en el cuadro de instrumentos y en lo alto del salpicadero, o el grandísimo Head-Up display a todo color que flota ante la mirada del conductor.

Y en el apartado de ayudas a la conducción encontramos lo mejor y lo peor de este BMW X5. El sistema de ayuda a la marcha atrás nos parece sencillamente una genialidad.

El coche recuerda los últimos 50 metros que ha recorrido para, en caso de necesitarlo, deshacer el camino siguiendo los movimientos de volante que ha efectuado el conductor. Pero como apuntábamos, en este mismo apartado también está lo que más nos disgustó del X5. El sistema de mantenimiento en el carril, lejos de mantener el coche en el centro del mismo y hacer las pequeñas correcciones necesarias cuando se acerca a las líneas, corrige la dirección de un modo excesivamente brusco cuando se acerca a una de éstas.

Dinamismo made in BMW

Al ver este imponente SUV de casi cinco metros y más de dos toneladas, se nos antojaba casi imposible que ofreciera el dinamismo que siempre esperamos de un BMW. Pero de nuevo la marca alemana ha estado a la altura de su «leyenda». Infinitos sistemas tecnológicos que trabajan en la sombra para mantener la trayectoria y la tracción correcta en cada circunstancia, una impecable suspensión adaptativa capaz de rebajar la altura de la carrocería, una dirección transmisiva y directa, y la efectiva dirección activa en el eje trasero, hacen que sea un auténtico placer conducir el X5 tanto en carreteras rápidas como en tramos de curvas.

Además, nuestra unidad de pruebas gozaba del paquete xOffroad que se ofrece junto con la suspensión neumática para elevar la carrocería, y que incluye un bloqueo mecánico del diferencial trasero y cuatro programas de específicos para cuando se abandona el asfalto: xSand, xRocks, xGravel, xSnow. Para ponerlo a prueba tomamos una pista forestal que estaba en bastante mal estado, y pese a su dificultad, el X5 la superó sin inmutarse.

Por último, tan sólo nos queda destacar el soberbio comportamiento y la sorprendente eficiencia del motor diésel de seis cilindros y 2.995 litros de cubicaje que ofrece la versión xDrive30d, acoplado a la caja de cambios automática de ocho relaciones con embrague tipo convertidor de par. Este propulsor desarrolla 265 cv y unos imponentes 650 Nm de par motor.