El motor rotativo de Mazda resucita para ayudar a la recarga de la batería de un futuro modelo eléctrico. De esta forma, el mítico motor, que en una versión potenciada hasta 230 CV animó al deportivo RX-8, aparecerá en un próximo modelo para ampliar el rango de autonomía de éste. Los ingenieros de la firma lo han elegido por su compacidad, silencio de funcionamiento y bajo peso. Además su construcción lo hace compatible con combustibles gaseosos, lo cual es una ventaja para un uso con varios carburantes.

Ante la expectativa de que los motores de combustión interna, combinados con algún tipo de electrificación, representen el 95 % de los vehículos que produzca en 2030 (siendo el 5 % restante vehículos eléctricos con batería), Mazda seguirá centrándose en maximizar la eficiencia del motor de combustión interna; buena prueba de ello es su nuevo motor de gasolina de nueva generación SKYACTIV-X, que genera la combustión mediante ignición por compresión. Mazda también explotará las ventajas de la conducción eléctrica en combinación con las tecnologías patentadas por la marca, para producir vehículos eléctricos que no solo respeten las restricciones medioambientales, cada vez más estrictas, sino que también hagan que el conductor disfrute al volante.