El estudio plantea la posibilidad de crear estas válvulas durante la gestación de forma que una vez producido el alumbramiento se puedan utilizar en el recién nacido y en algunos casos, según apunta el propio estudio antes del nacimiento. El experimento podría suponer un cambio revolucionario en el tratamiento de estas enfermedades al eliminar la necesidad de implantar válvulas mecánicas.

Según el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, un 1% de los recién nacidos, lo que supondría una cifra superior al millón de bebés en todo el mundo, estaría afectado por este tipo de problemas, y dado que su detección se puede realizar durante el embarazo, el afectado podría ser tratado antes del nacimiento.

La diferencia con las válvulas artificiales que requieren un seguimiento constante y cuidados especiales durante toda la vida es que las válvulas generadas con tejido amniótico son tejido vivo y pueden crecer con el individuo lo que evita las críticas intervenciones a corazón abierto para efectuar su sustitución.

Asimismo, dada la controversia que el uso de células madre embrionarias supone en Estados Unidos, el uso del líquido amniótico permitiría evadir la cuestión ética, al tratarse de un fluido que puede ser extraído de forma aislada sin interferir en el feto y ser cultivada en condiciones de laboratorio.