El e-Mehari es un vehículo difícil de clasificar, lo mismo que le ocurrió a su antecesor, el Mehari de 1968. Plenamente orientado para el ocio, la nueva criatura francesa, desarrollada gracias a la colaboración de la marca con el fabricante de coches especiales Bolloré, se ha convertido en todo un ´outsider´ dentro de la oferta automovilística actual.

La necesaria tecnología de movilidad eléctrica que lleva consigo no quita para que el nuevo e-Mehari siga haciendo guiños al pasado con detalles que le diferenciaron entonces entre los de su época, como la curiosa y resistente carrocería de plásticos ABS, capaz de soportar sin inmutarse algunos roces en su uso diario, la capota de lona desmontable o el interior realizado con materiales muy resistentes, pensados para aguantar las vueltas de la playa con los bañadores mojados o algún que otro transporte de enseres o animales. Además podemos incluso meterle un manguerazo al habitáculo sin preocuparnos demasiado (el agua puede salir por una suerte de sumidero bajo la alfombrilla del acompañante).

La practicidad al poder

El nuevo e-Mehari es, ante todo, práctico. Sus 3,81 metros de largo se aprovechan muy bien, y si prescindimos de las dos plazas traseras, podemos pasar desde los 200 litros de maletero hasta unos 800 litros. Hay que decir que la zona de carga cuenta con un compartimento que se cierra con llave para más seguridad de 78 litros.

Delante, el salpicadero es muy sencillo y la pantalla del tablero de instrumentos preside la zona central, quedando protegida por una especie de visera. El aspecto general, más que espartano, resulta moderno y sobre todo funcional, gracias a los huecos para alojar todo tipo de objetos, aunque hay que tener en cuenta que no disponemos de airbags, de ahí la forma delgada del volante. Otro aspecto que va acorde con el planteamiento del coche es que sus cuatro plazas llevan un recubrimiento textil que, siendo vistoso, resulta igual de sufrido que el resto del habitáculo.

A la aventura

La sensación al volante del Citroën e-Mehari ha sido muy curiosa: va mejor de lo que nos habíamos imaginado. Su parte motriz consiste en un voluntarioso propulsor eléctrico de 68 CV que, con su grupo de acumuladores de polímero de litio de 30 kWh, se permite una autonomía teórica de casi 200 kilómetros y una punta de velocidad de 110 km/h. Aunque tiene cierto peso (1.480 kg por el sistema de propulsión y baterías), el e-Mehari conserva un rodar alegre gracias al par disponible desde el inicio de la marcha, que le hace ganar velocidad con bastante rapidez (lo probamos con cuatro adultos a bordo y la respuesta fue muy buena). La suspensión tiende a lo confortable, por eso absorbe de forma satisfactoria las irregularidades del terreno y sujeta bien la carrocería en apoyos. Además gracias a su tarado y a la altura libre al suelo de 20 centímetros, nuestro e-Mehari puede llevarnos a casi cualquier playa por caminos de tierra sin perder la compostura.

La batería se recarga en casa en unas 12 o 13 horas si no tenemos un adaptador específico, una operación que se reduce a 8 horas con una toma de 220 voltios adaptada.

Como buen ´hipster´, el Citroën e-Mehari tiene un listado de dotación muy concreto. Aun así hemos visto el deseable aire acondicionado, el cierre centralizado, la conexión Bluetooth para móviles, , las llantas de 15 pulgadas y una advertencia acústica para peatones (al ser eléctrico apenas hace ruido callejeando a baja velocidad) que reproduce el canto de unas ranas...

El precio del e-Mehari nos confirma asimismo que se trata de un coche de capricho, aunque no muy descabellado por su diversión al volante, su ínfimo consumo y las posibilidades de disfrute: arranca en los 27.000 euros.