Aparecido a finales de 2008 y con más de 900.000 unidades vendidas en Europa -76.300 de ellas en España-, el Insignia ha sido y es, sin duda, un modelo de éxito para Opel. Baste decir que ha liderado en varias ocasiones un segmento dominado con mano de hierro por las marcas premium -Mercedes-Benz con su Clase C, BMW con su Serie 3 y Audi con su A4- y, aún ahora, en la fase final de su vida, es significativo que acabara siendo el pasado mes de febrero el más vendido de su segmento en el canal de particulares. Así las cosas, en Opel se lo han pensado mucho y bien a la hora de presentar su sustituto, que llegará a finales de abril a los concesionarios españoles e iniciará su andadura comercial en junio.

Descartando la silueta de cuatro puertas o berlina -que sólo supuso el 8 % de las ventas de su generación anterior, el nuevo Insignia se venderá en sólo dos formatos: 5 puertas o Grand Sport y familiar Sports Tourer, que llegará después del verano.

Todo es nuevo en este Insignia, desde la plataforma, a las motorizaciones o las transmisiones. Aún siendo un coche más grande, mucho más atractivo y mucho más equipado, es también más ligero, lo que incide en una dinámica más ágil y brillante y más capaz, tanto en su habitáculo, como en su maletero -490 litros en el caso del 5 puertas y 560 litros en el familiar-. Por si fuera poco, los equipamientos son más ricos, los materiales de mejor calidad y el precio apenas difiere del de su antecesor, moviéndose en una horquilla que arranca en los 28.658 euros y llega a los 37.488 euros, lo que supone entre 300 y 800 euros más que el equivalente de su antecesor, al que supera, claramente, en la dotación de equipamiento.

Basado en el alabado prototipo Monza que la marca presentó en 2013, el nuevo Insignia es, ciertamente, mucho más atractivo y juvenil. Su silueta coupé de cinco puertas, su interior muy orientado hacia el conductor y la más avanzada tecnología vista en la casa, configuran un producto que, por diseño y rendimiento dinámico se acerca más que nunca a sus rivales premium. Con potencias entre los 140 y los 260 CV en gasolina y los 110 y los 170 CV en diésel, cambios manuales o automáticos de 6 velocidades -8 en los automáticos más potentes- y versiones con un avanzado sistema de tracción total, el Insignia nos ha gustado mucho.

También está al día en materia de elementos de asistencia al conductor y seguridad -los tiempos y la competencia obligan-, ofreciendo el sistema de iluminación matricial de Led, ya visto en el Astra, más rápido, preciso y potente (32 diodos), con una luz de carretera que llega hasta los 400 metros. El asistente de salida involuntaria de carril puede corregir el volante; el programador de velocidad adaptativo tiene una función de frenado autónomo ante un obstáculo; se ha mejorado la proyección de datos en el parabrisas, así como se ha previsto un sistema de cámaras que muestran el perímetro del coche para facilitar las maniobras. También minimiza los daños en caso de atropello a un peatón gracias a que el capó -de aluminio- se eleva automáticamente en su parte posterior.

Tuvimos la oportunidad de rodar con el nuevo 2.0 litros de gasolina, con 260 CV, cambio automático de 8 velocidades y tracción total y nos pareció una maravilla, tanto por rendimiento, como por confort, suavidad o silencio de marcha, mientras que las versiones más modestas, sin brillar a la altura de sus hermanas más aventajadas, nos parecieron equilibradas y honestas. Mención especial a la eficiencia, con unas reducciones de consumo reales en torno al 10 %.

En resumen, estamos ante una demostración palpable del buen trabajo que viene desarrollando Opel en sus últimas creaciones, un Insignia que debe mantener, e incluso superar, desde su inicio, el buen resultado cosechado por su antecesor.