El SsangYong XLV es una variante de tipo familiar sobre la base del Tivoli. Mide 4,44 metros de largo y, dentro de esa compacidad, lo que más sorprende es su enorme habitáculo. Tanto por dentro como por fuera, el XLV es prácticamente idéntico al Tivoli hasta el pilar central. A partir de ahí modifica su trasera para acoger a sus ocupantes con un ángulo del respaldo más inclinado hacia atrás y configura su maletero para una capacidad de carga de 720 litros si aprovechamos todo el hueco disponible (también en vertical, por encima de la cortinilla). La bancada trasera no se desplaza en sentido longitudinal, pero el ángulo de los respaldos, que se dividen en partes asimétricas (60/40), se regula para mayor comodidad. Si se pliegan, el espacio aumenta hasta 1.440 litros y el piso de carga queda plano, una ventaja a la hora de meter objetos voluminosos.

Delante, las amplias regulaciones del asiento y su respaldo ayudan a encontrar una postura correcta para conducir, aunque en función de la morfología de cada uno, que el volante no tenga ajuste en profundidad (sí en altura) puede condicionar algo la posición. Los materiales tienen un buen acabado y dan la impresión de soportar bien el paso de los kilómetros. También el diseño del salpicadero y guarnecidos de las puertas es vistoso y, sobre todo, funcional, ya que encontramos bastantes huecos para alojar todo tipo de objetos. La pantalla táctil del sistema multimedia va de serie a partir del nivel medio de acabado y se encuentra en una posición alta y accesible.

La gama del SsangYong XLV se articula en dos mecánicas, una de gasolina G16 de 128 CV y otra diésel D16T con 115 CV. Ambos se pueden asociar, ademas del cambio manual de seis marchas, a uno automático también de seis. La tracción es a las ruedas delanteras. Nosotros hemos podido contar con una unidad dotada del motor de gasóleo con la caja manual.

El propulsor es muy suave y apenas transmite vibraciones al interior. El turbo ayuda a que su respuesta en la zona media sea más contundente de lo que esperábamos para un motor de 115 CV y, si no vamos muy cargados, se puede ir a un ritmo alegre sin problemas. El tacto es bueno, nos parece aplomado y al límite el eje trasero se muestra un poco, aunque cuesta llegar a esas reacciones. La dirección es suficientemente precisa y tiene tres ajustes distintos de asistencia.

En cuanto al consumo, el XLV gasta muy poco: homologa una media de 4,5 litros por cada 100 km (5,9 litros con la caja automática), un valor que no sube mucho incluso yendo por ciudad. Ayuda en ese sentido el sistema de arranque y parada del motor, que viene de serie.

Hay tres líneas de dotación previstas: ´Line´, ´Premium´ y ´Limited´. El primero de ellos sólo se asocia con el propulsor de gasolina para formar el escalón de acceso a la gama. Ahí encontramos el aire acondicionado, el ordenador de viaje, el programador de velocidad, los sensores de aparcamiento traseros, las llantas de 16 pulgadas y las luces de marcha diurna con Led, entre otros. El acabado Premium suma el climatizador doble, el sistema multimedia con pantalla de 8 pulgadas (manos libres y conexiones auxiliares), la cámara de visión trasera, el cuero sintético en los asientos, el alerón posterior, los rieles en el techo y los cristales tintados. Por último, el nivel Limited remata el conjunto con el volante calefactable, el navegador, el acceso y arranque sin llave, los sensores de lluvia y luces, los asientos delanteros calefactables, las llantas de 18 pulgadas y los intermitentes integrados en los retrovisores, entre otros.

La interesante promoción actual deja los precios del SsangYong XLV diésel en 20.000 para el Premium con caja manual; el Limited cuesta 22.000 euros. Si se desea con cambio automático hay que sumar 2.000 euros a ambos acabados.