Un grupo escultórico del murciano Mariano González Beltrán donado por la región de Murcia al Consejo de Europa recibirá a aquellos que acudan al Parlamento Europeo en Estrasburgo a partir de hoy, día de su inauguración a la que asisten distintos representantes políticos de la Región, de España y de la Unión Europea, entre ellos, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos y la consejera de Economía y Hacienda, Inmaculada García.

'A los que con su esfuerzo diario luchan por los derechos humanos y la consolidación de la democracia, la libertad, la tolerancia y la justicia', reza una placa en la escultura en español, francés e inglés.

La imagen se ha instalado al aire libre en la explanada de acceso a la sede del Parlamento Europeo, "el mejor sitio que se podía imaginar, donde figurará para siempre el nombre de la Región", explica el artista.

Diecinueve figuras humanas entrelazadas por sus manos y situadas en círculo representan "una sociedad que vive armoniosamente y que respeta los derechos humanos", afirma González Beltrán, que dice que ha intentado recoger "el ciclo de la vida, desde el nacimiento y la gestación, hasta el ocaso". Extremo que comparte con el Consejo de Europa como se refleja en el documento en el que la institución acepta la donación por parte de la Región: el círculo es una alusión al ciclo de la vida desde la gestación del ser humano (representado por una mujer embarazada) hasta el ocaso de sus días (una pareja de ancianos. El círculo también incita a pensar en la continuidad y, a la vez, en la universalidad que representa el trabajo del Consejo de Europa en pro de los derechos humanos".

"Me siento muy orgulloso, es cierto que no todo el mundo tiene esa ocasión de que quieran poner un monumento suyo delante del Consejo de Europa. Y para Murcia es muy importante", afirma el escultor.

La obra es similar a la que hay instalada en la plaza Santo Domingo de la capital murciana. En esta ocasión, el grupo de bronce se ha situado sobre una peana de acero de 80 centímetros, para que "sea más monumental", argumenta González, que explica que en Santo Domingo pretendía que "los niños pudiesen tocarla" y por eso la plataforma sobre la que está colocada es de escasa altura.

En total el monumento de bronce mide tres metros de alto por casi otros tres de diámetro, en los que hay niños, mujeres, hombres y ancianos representando las diversas edades, pero sólo los niños y las mujeres tienen rostro.

"En la masa ves siluetas, lo mismo hay que hacer aquí. No quería limitar la obra, ni minimizar la idea y reducirla a un grupo escaso. Cada país pude ver el rostro que quiera en ellos", comenta el escultor, que explica que los niños tienen cara porque son el elemento creador. "Las figuras realistas son las de los niños y están abrazados a las madres con cara, porque el niño que observa tiene que ver la realidad".

La idea de donar la escultura surgió cuando se inauguró hace dos años la que se encuentra en Santo Domingo, pues al acto vino el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Álvaro Gil Robles, quien comentó que les gustaría tener en el Consejo un monumento así.

González Beltrán llegó a este tipo de composición circular cuando le sugirieron hacer un monumento a la Declaración de Derechos Humanos. Entonces pensó en "las consecuencias de una sociedad que respete esa norma: el círculo representa la unión, y las manos entrelazadas también".