Durante los meses de julio y agosto, los narcotraficantes consideran muy arriesgado alijar hachís en las costas de la Región. Hay decenas de personas en las playas y la presencia de los braceros, una furgoneta y una zodiac de más de doce metros de eslora no pasa desapercibida para nadie. Por eso, se buscan otras formas de introducir droga, dando prioridad a las embarcaciones de recreo, de las que hay tanto tráfico en estas fechas en los puertos deportivos.

Así, la táctica de los traficantes es buscar yates o veleros cuyos propietarios acepten transportar grandes cantidades de droga, como fue el caso del velero apresado por la patrullera del Servicio Marítimo de la Guardia Civil a unas cincuenta millas de Cabo de Palos cargada con 4.000 kilos de hachís.

Antes eran las embarcaciones las que se desplazaban hasta la costa marroquí para cargar la droga. Pero esta táctica ha cambiado por el control al que se somete a los barcos. El método que se emplea ahora es que el patrón de la embarcación que va a introducir la droga en la península quede en alta mar con una narcozodiac. En una determinada coordenada se encuentran y desde la zodiac se pasa la droga a la embarcación de recreo.

Luego la forma en la que se introduce en la Región, suele variar. En algunos casos es el propio barco el que entra a puerto cargado y cuando no hay mucho movimiento, descargan la mercancía. En otras ocasiones, la embarcación de recreo que ha recibido el cargamento en alta mar, actúa como 'barco nodriza'. Otras embarcaciones más pequeñas y ligeras se acercan a ella, cargan parte de la droga y la llevan a tierra.

Así es como suelen actuar las bandas de tráfico de hachís en verano, según indicaron a LA OPINIÓN fuentes cercanas a las investigaciones.