Pulso europeo
El optimismo de Países Bajos o el trumpismo de República Checa: la cara y la cruz de dos vuelcos electorales
La victoria del progresista Jetten en Países Bajos alivia el nuevo desafío a Bruselas del euroescéptico Babis desde la República Checa

El líder ultra checo Andrej Babis (centro), en la apertura de la legislatura en el Parlamento, este lunes. / MARTIN DIVISEK / EFE

El triunfo en Países Bajos de un exministro liberal y ecologista, Rob Jetten, frente al regreso al poder en la República Checa del trumpista Andrej Babis son la cara y la cruz para el europeísmo del bloque comunitario. El único dominador común entre ambos vencedores en las urnas es que su triunfo arranca de un vuelco electoral en estos dos estados miembros de la UE y la OTAN. En el caso neerlandés, la victoria del progresista Jetten aparta del poder al islamófobo Geert Wilders, responsable del hundimiento de la coalición que dominó su ultraderechista Partido Liberal (PVV). En el caso checo, el retorno de Babis refuerza el derechismo populista del este europeo. Regresa, además, coaligado con una formación ultra y un tercer socio monotemático, defensor de los motores de combustión.
Las diferencias entre ambos líderes son abismales: Babis, de 71 años y millonario, ganó las parlamentarias checas de principios de octubre tras una campaña en que adoptó eslógans y hasta la gorra roja de Donald Trump; Jetten, de 38 años, abiertamente homosexual y líder de los Demócratas 66, se impuso contra pronóstico en las legislativas neerlandesas y será, si nada se tuerce, el próximo primer ministro de este socio fundacional de la UE.
Babis firmó este lunes en Praga el pacto de coalición entre su Acción de Ciudadanos Descontentos (ANO), la ultraderechista Libertad y Democracia Directa (SPD) y los llamados Motorizados Unidos. También este lunes, en La Haya se difundió el conteo final que confirmaba la victoria de Jetten en los comicios celebrados el miércoles de la semana pasada. Países Bajos vivió una noche y una madrugada electoral convulsas, en que la posición de fuerza más votada cambió varias veces de dueño, entre el PVV de Wilders y el D66 de Jetten. El viernes se dio por irreversible la victoria del progresismo liberal, pese a que faltaba computar el voto exterior. En Países Bajos la primera fuerza recibe tradicionalmente el encargo de tratar de formar gobierno. Jetten deberá negociar una coalición con al menos otros dos socios, ya que tendrá apenas 26 diputados -los mismos que Wilders-, en una cámara con 150 puestos.
Las incógnitas del progresismo liberal
El D66 fue hasta ahora un partido bisagra para gobiernos neerlandeses de liderazgo socialdemócrata, conservador o liberal. Ahora le corresponderá negociar a bandas múltiples una alianza estable. Jetten es el rostro de la renovación de un partido que se identificó con hitos progresistas en cuanto a derechos individuales, desde el matrimonio igualitario a la eutanasia o el suicidio asistido. Ahora se ha enfocado hacia aspiraciones colectivas, como el acceso a la vivienda, la sanidad y el transporte eficiente y ecológico.
Jetten destila dinamismo y juventud, pero no es un recién llegado a la política. Fue ministro de Medio Ambiente y Clima en el último ejecutivo de Mark Rutte, entre 2012 y 2014. De su antiguo jefe de gobierno deberá copiar las dotes para fraguar mayorías entre socios a veces dispares. Su catálogo de potenciales aliados va del centrismo de CDA a los liberales de VVP, el partido que lideró Rutte, además de formaciones minoritarias también del centro. El derrotado progresismo más izquierdista de Frans Timmermans está teóricamente vetado como socio por el VVP. A la dimisión de Timmermans la misma noche electoral ha seguido el relevo a favor del verde Jesse Klaver, de 39 años y con un ímpetu regenerador similar al de Jetten.
Praga, contra Ucrania y el Pacto Verde
Babis firmó su pacto de coalición coincidiendo con la sesión constitutiva del Parlamento y determinado a recuperar la jefatura del gobierno que ejerció entre 2017 y 2021. Aspira a asumir su cargo antes de la pausa navideña. Se le pronostica una cohabitación compleja con el presidente, el europeísta Petr Pavel, contra el que Babis compitió, sin éxito, como candidato a la jefatura del Estado. Pavel puede vetar a ciertos ministros altamente controvertidos. En medios checos se han barajado los nombres de un negacionista climático para Medio Ambiente o de un agitador en Exteriores.
Babis fue ya un quebradero de cabeza para Bruselas en su anterior legislatura. Ahora su pacto de coalición, con un tripartito que suma 108 de los 200 escaños parlamentarios, incluye el rechazo a la implantación del euro, al Pacto Verde y al asilo, salvo casos muy excepcionales. No se han incluido en el texto, sin embargo, los aspectos más áridos, como la convocatoria de un referéndum para la salida de la OTAN y la UE o la deportación de ucranianos que pretendía el SPD.
Babis fortalecerá el bloque formado por el húngaro Viktor Orbán y el eslovaco Robert Fico, dos destacados aliados políticos Vladímir Putin en la UE y contrarios al apoyo a Ucrania. Con Orbán comparte Babis la adscripción el grupo Patriotas para Europa, la tercera fuerza actualmente de la Eurocámara, tras los populares y los socialdemócratas.
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