Crisis política

La moción de censura contra François Bayrou fracasa y fractura a la izquierda francesa

Los socialistas deciden en el último momento votar en contra de la moción de censura que presentó La Francia Insumisa contra el Gobierno, generando una crisis entre el Nuevo Frente Popular

El primer ministro francés, François Bayrou, en la Asamblea Nacional.

El primer ministro francés, François Bayrou, en la Asamblea Nacional. / TERESA SUAREZ / EFE

Leticia Fuentes

Leticia Fuentes

Fracasa la moción de censura contra el primer ministro francés, François Bayrou, presentada por La Francia Insumisa y apoyada por los ecologistas y comunistas. Era el primer reto parlamentario al que se enfrentaba el nuevo jefe del Ejecutivo, quien llegó al poder después de que su predecesor, Michel Barnier, fuera censurado en tiempo récord

A las seis de la tarde de este jueves, la presidenta de la Asamblea Nacional, Yael Braun Pivet, anunció frente a un hemiciclo casi vacío que la moción era rechazada. Se necesitaban un mínimo de 288 votos, y la iniciativa de los insumisos tan solo obtuvo 131 votos. A diferencia de la anterior, esta moción tenía pocas posibilidades de salir adelante, puesto que el Partido Socialista a última hora decidió no apoyarla, aunque se "mantiene en la oposición", y la extrema derecha de Marine Le Pen, tampoco.

Un respiro para Bayrou, pero una preocupación más para el Nuevo Frente Popular, la unión de izquierdas creada para combatir a la extrema derecha en las anteriores legislativas, que queda más agrietada que nunca tras las diferencias internas a la hora de apoyar esta moción. De los 66 diputados del partido de la rosa, al menos 8 votaron a favor de censurar a Bayrou, desoyendo la voluntad de la mayoría del partido, que prefería dar un voto de confianza al nuevo Ejecutivo. No solo los socialistas, también, dos diputados ecologistas y un comunista no votaron por la censura.

La izquierda, contra las cuerdas

"El Partido Socialista se ha aislado del Nuevo Frente Popular", sentenció la diputada insumisa Mathilde Panot, nada más conocerse el resultado de la votación. Su partido ya había amenazado esta semana con expulsar de la unión de izquierdas a aquellos que no apoyasen la moción, abriéndose así una nueva crisis en la coalición.

Los socialistas sabían que la decisión era cuanto menos delicada, y que podría generar discrepancias no solo en el Nuevo Frente Popular, sino también en el propio partido. Por eso, desde primera hora de la mañana, la formación se reunió en un "cónclave" para valorar las concesiones del primer ministro abriéndose a una modificación de la reforma de las pensiones y decidir así si aceptaban un compromiso de "no-censura" con el nuevo Ejecutivo.

Finalmente, el líder socialista, Olivier Faure, anunció minutos antes de iniciar la sesión parlamentaria que no votarían a favor, ya que quieren evitar "practicar la política de los peores porque puede conducir a la peor de las políticas, es decir, a la llegada de la extrema derecha". Una decisión que de inmediato generó discrepancias y que puede llevar a la izquierda a la ruptura total.

El fin del Nuevo Frente Popular

Desde su creación, el Nuevo Frente Popular ha presentado importantes grietas que, los partidos han conseguido contener durante estos meses, gracias a la voluntad de bloquear a la extrema derecha de Marine Le Pen, pero el pasado diciembre esas hendiduras empezaron a acentuarse. 

La obsesión de La Francia Insumisa por tumbar cualquier gobierno de Macron y debilitar así al presidente abocándole a su dimisión no convence a los socialistas, quienes han optado desde un primer momento por ofrecer un voto de confianza al Gabinete de Bayrou. 

Un efecto 'boomerang' para una izquierda que de nuevo vuelve a la cuerda floja. "Los socialistas han hecho el ridículo y han empañado la credibilidad del Nuevo Frente Popular. (...) La vida política es binaria: si no votamos la censura apoyamos al Gobierno", afirmó el coordinador nacional de los insumisos, Manuel Bompard.

Según un sondeo realizado por Elabe, sólo el 32% de los votantes socialistas apoyaba la idea de la moción de censura, y el 74% de ellos considera que Faure tiene razón al "exigir a François Bayrou este compromiso de reabrir el debate sobre la reforma de las pensiones". Precisamente, esta era una de las condiciones de los socialistas para no votar la moción y parece que las presiones han dado resultado para ambos bandos: Bayrou abrirá una mesa de negociación con los actores sociales para debatir una posible modificación de la reforma de las pensiones aprobada en 2023.

A pesar del respiro, los retos para el Gobierno de Bayrou no han acabado. Ahora deberá enfrentarse a los presupuestos de 2025, bajo la amenaza persistente de una nueva censura si no cumple sus promesas.

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