Violencia sexual
“Este es el proceso de la cobardía”: Gisèle Pelicot habla por última vez
El juicio entra en su recta final con las últimas declaraciones de Gisèle y Dominique Pelicot
"Someter a una mujer insumisa era mi fantasía por puro egoísmo", ha admitido el marido

Giséle Pelicot / EFE

Este martes ha sido una jornada importante para el esproceso de Mazan, que entra en su recta final. Más de 160 periodistas acreditados de todo el mundo hacían cola frente al Tribunal, desde las seis de la mañana, para escuchar por última vez a Giséle Pelicot y su marido, Dominique, en el macrojuicio que ha sentado en el banquillo a 51 acusados de violar a esta mujer, bajo la supervisión y participación del que fue su esposo durante 50 años. "Es el juicio de la cobardía", ha dicho la mujer en alusión a la actitud de los acusados.
Días atrás, el abogado de Gisèle aún no sabía si ella iba a declarar, puesto que “se encontraba fatigada” después de más de 11 semanas de proceso. Sin embargo, el lunes –tras presenciar las lágrimas de desesperación de sus hijos pidiendo a Dominique que dijera la verdad sobre si abusó de su hija Caroline y de sus nietos–, Gisèle pidió la palabra al presidente del tribunal con una condición: “Quiero hablar antes que Dominique Pelicot”. “Así será, madame Pelicot”, le respondió el presidente Arata.
"No tienes el coraje de decir la verdad, morirás en mentiras", ha espetado la hija a Dominique, sobre el que planea la sospecha de haber abusado de ella y sus nietos
"La violación aún se trivializa"
Este martes, tras escuchar al último acusado, la denunciante se ha dirigido al estrado para hablar por última vez a todas las mujeres de Francia con un altavoz de impacto global: “La sociedad necesita abrir los ojos al hecho de que vivimos en una sociedad machista y patriarcal, en el que la violación se trivializa”.
Ha sido escueta en palabras porque, asegura, ya ha explicado todo lo que tenía que decir durante el proceso. Para esta mujer de Mazan, no hay olvido ni perdón: “Los actos que ha cometido sobre mí el señor Pelicot son imperdonables. Me ha traicionado. Nunca imaginé ni un segundo que él me pudiera hacer eso. Lo complicado para mí es que no vi nada y siempre creí que estaba viviendo con alguien bueno”.
Como ya ha expresado en otras ocasiones, no sabe si algún día podrá responder a la pregunta de por qué esos hombres abusaron de ella y, aún menos, entender el motivo que llevó a ese marido y padre aparentemente excepcional a abusar de ella. “Siempre he tenido una vida completamente normal con el señor Pelicot. Nos despertábamos, desayunábamos juntos, íbamos a pasear, cogíamos la bici… La anormalidad era cuando él me drogaba, abusaba de mí y yo no lo sabía”. También ha insistido en que Dominique la quería dominar: "Encontró la solución sometiéndome químicamente”. De hecho, el esposo ha declarado: "Someter a una mujer insumisa era mi fantasía por puro egoísmo".
Estrategia de la defensa
La defensa de los acusados no ha dado tregua a una Gisèle que daba signos de fatiga. “¿Por qué solo lloró cuando Dominique contó su infancia?”, “¿Por qué parece que podría perdonar a su exmarido?”, “¿Por qué sigue llamándose Pelicot?”. Ante tal batería de preguntas, el abogado de la víctima ha interrumpido la locución para quejarse al tribunal: “¿A dónde quieren llegar con estas preguntas?”. Gisèle, sin embargo, no se ha hecho pequeña y ha explicado: "Cuando llegué a esta sala mis hijos estaban avergonzados de tener el nombre Pelicot. Yo quise usarlo para que ni ellos ni mis nietos se avergonzaran. Hoy mi nombre es conocido en todo el mundo. Madame Pelicot será recordada, y mucho menos Monsieur Pelicot”. Una vez más, Gisèle ha querido marcar la diferencia y seguir en su lucha por hacer que la vergüenza cambie de bando.
Tras la intervención de Gisèle, ha llegado el turno de Dominique Pelicot. Una última declaración escueta en la que ha querido dejar claro que "nunca ha tocado a sus hijos, ni a sus nietos", y ha insistido en que no midió su sufrimiento hasta este juicio, cuando se encontró, frente a frente, después de cuatro años con la que era su familia.
Su hija, Caroline, no ha podido aguantar al escuchar a su padre, y ha estallado con ira en plena audiencia: "No tienes el coraje de decir la verdad, ni siquiera sobre tu exesposa. Morirás en mentiras. Estás solo en la mentira. Es una pena para ti, no tienes cara". Su grito ha resonado en toda la sala, lo que ha provocado un incómodo silencio.
P. Leleu, el último en declarar
Philippe L. ha sido el último en declarar. La manera en cómo narra los hechos parece como si se tratase de algo normal. Como si el resto del mundo que mira con detalle este juicio estuviera exagerando.
Este acusado describe el mismo modus operandi que el resto de la cincuentena de agresores. Pelicot lo contactó a través de la web, ya cerrada, Coco.fr para tener encuentros sexuales con el matrimonio, y le dio instrucciones concretas: el coche debía dejarlo en un párking cercano a la casa familiar, y acceder al domicilio por el portón de atrás, donde le esperaba Dominique. “Hice lo que me dijo. Él me dirigió. Yo tenía confianza. Sí, tenía confianza en una persona que no conocía”, explica Leleu. La sensación en la sala es que, el acusado quiere mostrarse como víctima de un Dominique manipulador. Al igual que también declararon otros acusados.
90 agresores
La justicia solo ha podido identificar a 51 agresores de Gisèle, pero la policía ha contabilizado a más de 90 en los miles de archivos que guardaba Dominique Pelicot. Algunos de ellos se encuentran en libertad, otros se hallan en prisión cumpliendo otras condenas, como es el caso de Mohamed R, procesado por violar a su propia hija de 14 años.
Los acusados, haciendo gala de una banal misoginia, han dejado as mujeres, dejando lapidarias frases como: “Fue consentido porque su marido lo permitió” o “ella dio su consentimiento, aunque estaba dormida”. A día de hoy, y a pesar del visionado de las imágenes que muestran a una Gisèle completamente inconsciente, la mayoría no se reconocen como violadores.
En la sala Voltaire algunos fingen arrepentimiento. Piden perdón entre sollozos a Gisèle, pero en los pasillos, las risas entre ellos, las miradas desafiantes a la prensa o incluso lascivas a algunas periodistas sustituyen esas lágrimas. Siguen creyéndose impunes. De ahí que la denunciante haya calificado el macrojuicio como "el proceso de la cobardía”.
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