Cumbre del G7

Zelenski llega al G7 para convencer a los no alineados de que se sumen al frente antiruso

El comunicado final de la cumbre de Hiroshima reprocha a China su posición ante la guerra en Ucrania

Volodímir Zelenski, a su llegada a Hiroshima.

Volodímir Zelenski, a su llegada a Hiroshima. / EP

Adrián Foncillas

Bajó a media tarde Volodímir Zelenski del avión con su icónica sudadera verde con capucha y trasladó a la guerra el foco de una jornada planeada para zurrarle a China. Importa menos lo que el presidente le cuente a los ya convencidos, el pequeño grupo de potencias económicas capitalistas, y más lo que le diga a los escépticos, las grandes naciones del Sur Global. Su llegada a Hiroshima, que acoge estos días la cumbre del G7, es ya un rotundo impacto mediático. Mañana necesitará de todas sus dotes de persuasión.  

La presencia de Zelenski había sido el secreto peor guardado de la cumbre. Tras una tormenta de rumores y desmentidos llegó en un avión fletado por Francia desde Arabia Saudí, penúltima parada de su campaña diplomática para recabar apoyos en cualquier punto del planeta. "Japón. G7. Importantes reuniones con socios y amigos de Ucrania. Seguridad y cooperación mejorada para nuestra victoria. La paz está más cerca hoy", tuiteó. 

Están más cerca los F16 estadounidenses que había pedido con desesperación. Biden dio anoche vía libre a sus aliados para que los envíen a Ucrania después de un largo veto. Lo había fundamentado en el riesgo de que Kiev atacara con ellos suelo ruso, empujando el conflicto a otro nivel, y su complejo pilotaje.  

De los F16, más avanzados que los cazas soviéticos con los que cuenta, espera Zelenski un papel determinante en la guerra. No es seguro que intervengan en la contraofensiva primaveral porque requieren de meses de entrenamiento. “Trabajaremos con nuestros aliados para determinar cuándo serán entregados, quiénes los entregarán y cuántos”, ha avanzado Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El viceministro de Exteriores ruso, Alexander Grushko, alertó hoy a los países occidentales de que asumen “riesgos colosales” cediendo sus cazas.  

La idea de llevar a Zelenski fue de Rishi Sunak, primer ministro británico, y comunicada la víspera a todos los integrantes. Se reunirá el domingo por la mañana con los líderes del G7 y por la tarde con los invitados. Ahí se juega el éxito la cumbre. Ni India ni Brasil, al igual que el resto de los BRICS (40% de la población global y con una economía superior a la del G7), han secundado las sanciones de Occidente. La crisis de Ucrania ha subrayado que el primer mundo ya es incapaz de ahogar económicamente por sí solo a un país. También ha confirmado que al Sur Global le impresionan muy poco los discursos elevados de moralidad y democracia de Occidente, desdeñados como cínicos tras tanta invasión ilegal, 'real politik' y desmanes, sufridos en muchas ocasiones en carne propia. El mensaje de Occidente apela ahora al respeto de la ley internacional, un concepto más digerible, pero igualmente inútil.   

Antes de que Zelenski apareciera por Hiroshima, China había centrado la atención. El comunicado final aclara que el G7 “no busca dañar a China ni frustrar su progreso ni su desarrollo económico” y que pretende construir “relaciones constructivas y estables”. Es dudoso que la frase tranquilice a Pekín. Su presidente, Xi Jinping, acusó meses atrás a Estados Unidos de liderar una alianza para “frenar el auge de China” y no cuesta ver en las restricciones aprobadas por Estados Unidos y Japón a la exportación de microchips de alta gama la intención de tumbar su industria.  

El comunicado transita por los caminos esperados. Acusa a Pekín de usar la “coerción económica” y las “prácticas malignas” contra otros gobiernos y establece una plataforma con mecanismos coordinados de auxilio para blindarse. Habrá que ver cuáles son esos mecanismos, medir su eficacia contra la mayor potencia exportadora del mundo y comprobar el entusiasmo para activarlos de gobiernos como el francés y alemán, alejados de la hostilidad estadounidense y defensores de incrementar sus lazos comerciales con Pekín. El comunicado adopta el concepto europeo de “la reducción de riesgo” con la economía china, la versión 'light' del “desacople” que propugnaba Estados Unidos.