Nuevo monarca

La casa real británica llama a la solidaridad tras la coronación de Carlos III

Las campañas de voluntariado impulsadas este fin de semana llegan en un clima de tensión por el aumento del coste de la vida en Reino Unido

Los reyes Carlos y Camila cortan un pastel durante un acto con voluntarios y usuarios de la organización benéfica Age UK, el pasado mes de marzo.

Los reyes Carlos y Camila cortan un pastel durante un acto con voluntarios y usuarios de la organización benéfica Age UK, el pasado mes de marzo. / AFP

Lucas Font

La coronación de Carlos III de Inglaterra y su esposa Camila ha ido acompañada este fin de semana de celebraciones y eventos multitudinarios por todo el país. Entre ellas el ‘Big Lunch’, una iniciativa impulsada por el propio monarca con el objetivo de que los vecinos de los pueblos y barrios se reúnan para compartir un almuerzo en la calle, y el ‘Big Help Out’, una campaña de voluntariado programada para el lunes y que trata de involucrar a miles de personas en pequeñas acciones para mejorar la vida de sus comunidades. Los dos eventos, de carácter festivo,

en el Reino Unido debido al aumento del coste de la vida.

Cientos de entidades se han involucrado en las dos campañas, que pretenden visibilizar problemas como la soledad y el aislamiento, así como recolectar fondos para combatir la pobreza y la exclusión social. Unas problemáticas que son cada vez más frecuentes en el país, que arrastra una inflación superior al 10% y cuyas previsiones económicas para 2023 lo sitúan al borde de la recesión. Pocos días antes de la celebración del ‘Big Lunch’, la organización de apoyo alimentario Trussell Trust publicó cifras récord en el número de raciones de comida repartidas por todo el país en el último año: cerca de tres millones.  

Abultado patrimonio

Los esfuerzos de la monarquía por visibilizar estas problemáticas contrastan al mismo tiempo con el debate sobre su patrimonio, abierto con motivo de la coronación de Carlos III, y sobre los costes que la institución supone para los contribuyentes. Las primeras estimaciones apuntan a que la coronación ha supuesto un desembolso de más de 100 millones de euros de las arcas públicas, algo que no ha sentado muy bien en un momento marcado por las protestas contra la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, entre ellos médicos y profesores. Según una encuesta publicada por YouGov, el 51% de los británicos se mostraron en contra de financiar el evento con dinero público, frente a un 32% que se mostró a favor.

Al debate sobre la financiación pública de la coronación se suman algunos de los viejos privilegios de la institución, como la exención en el pago del impuesto de sucesiones y de sociedades. Según el diario 'The Guardian', la fortuna del rey asciende a unos 1.800 millones de euros, algo que ha añadido más leña al fuego, según algunos representantes públicos. “Teniendo en cuenta que el rey se beneficia de no pagar impuesto de sucesiones, es fácil entender por qué la gente no está contenta con esto [el pago de los costes de la coronación con dinero público]”, aseguró el diputado del partido Laborista Richard Burgon. Una posición que comparten otros miembros del Parlamento, que destacan las dificultades económicas que atraviesan muchos ciudadanos británicos.

Austeridad y solidaridad

Consciente de las

, Carlos III ha tratado de explotar su lado más solidario, dando un papel destacado a los representantes de organizaciones benéficas en su coronación e impulsando iniciativas como las programadas durante el fin de semana. Un esfuerzo que tratará de equilibrar la balanza y difuminar el debate sobre los costes de mantener la monarquía y sobre su elevado patrimonio, procedente principalmente de la explotación de propiedades.

En la imagen renovadora de la monarquía impulsada por el rey, está incluida una posible reducción de los miembros de la familia real, de la que sólo formarían parte los descendientes directos del monarca. Sin embargo, este escenario no se daría de un día para otro sino de forma gradual, a medida que los actuales miembros fueran falleciendo o dejando sus responsabilidades por otros motivos. Por ahora, Carlos III se verá obligado a establecer un difícil equilibrio entre la posesión de un patrimonio excesivo para muchos y la imagen de una monarquía austera y solidaria con la ciudadanía. “No he venido a que me sirvan, sino a servir”, expresó el rey en su coronación. El tiempo dirá hasta qué punto estas palabras se convierten en realidad.