UE-MERCOSUR

Sánchez busca con Lula impulsar un acuerdo comercial al que se opone Francia

París teme el golpe a su sector agrícola del tratado UE-Mercosur, y los países del este ya tienen abierto el frente del grano ucraniano

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. / EFE

Mario Saavedra

El Gobierno español considera que hay posibilidades reales de que se firme y ratifique este año el acuerdo comercial entre la Unión Europea y los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). Moncloa ve cerca el texto definitivo, que permitiría a Europa garantizar el acceso a ciertas materias primas y a la exportación de servicios y bienes elaborados. Es uno de los mayores acuerdos de libre comercio en marcha y supondría para los países de la UE un ahorro en el pago de aranceles de más de 4.000 millones de euros, según estimaciones oficiales. A cambio, eliminaría barreras comerciales a los productos agrícolas en los que los países latinoamericanos son fuertes. Pedro Sánchez va a aprovechar su encuentro con Luiz Inácio Lula da Silva este miércoles en Madrid para hacerlo avanzar. El brasileño quiere un acuerdo rápido con la UE: en seis meses, dijo durante la campaña electoral, antes de ser elegido presidente en enero. 

Pero esas intenciones chocan con las de algunos socios europeos. Francia no está por la labor de engrasar un acuerdo que puede perjudicar a su sector agrícola y ganadero, menos competitivo que los del otro lado del charco, en parte porque practican un tipo de explotaciones intensivas, explican fuentes francesas. Y no es el único escollo. Los países del este, que acaban de bloquear un acuerdo para el grano ucraniano, no están por la labor de abrir otro frente que debilite a su sector primario.

“No veo demasiado factible un acuerdo, y no solo por el lado francés”, apunta Frédéric Mertens de Wilmars, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Europea de Valencia. “En la UE va a haber otros países que lo pueden frenar, en especial Polonia, Bulgaria o Hungría, que temen que sus agricultores pierdan competitividad y que ya bloquearon la eliminación de las barreras arancelarias para el grano ucraniano”.

Pero el Gobierno insiste en que no quiere perder la ventana de oportunidad que significa que precisamente Lula presida el grupo Mercosur al tiempo que Sánchez liderará el Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre del año. Moncloa telegrafía constantemente que América Latina será una prioridad total, entre otras cosas porque, en el entorno geopolítico actual, se debe garantizar tanto el suministro de materias primas (lección aprendida de la pandemia y la guerra de Ucrania) como las alianzas con los países democráticos. 

Acuerdo del Mercosur bloqueado

El acuerdo de libre comercio entre el Viejo Continente y los países del Mercosur lleva bloqueado desde 2019, en parte por las diferencias con el anterior gobierno brasileño de Jair Bolsonaro. Su menosprecio a la conservación del Amazonas era uno de los principales escollos para las cancillerías europeas. Bolsonaro representaba al lobby agrícola y terrateniente, que ocupa tierras y quema los bosques para hacerlos cultivables. Ni la UE ni Madrid o París querían negociar con él. Pero ahora, con la reelección de Lula, ese camino parece despejado. 

Bruselas negocia los detalles del protocolo que define la implementación del acuerdo (cuyo texto base ya existe y está firmado) que satisfaga a todos los socios. Pero es un encaje endiablado. 

Los principales escollos para sacar adelante el preacuerdo de 2019 persisten. El apartado de exportaciones agrícolas y ganaderas chocó con los grupos de interés del sector primario de la Unión Europea, protegido por la Política Agraria Común. Sánchez trató de acercar posturas con Macron sobre el asunto durante la cumbre franco-española de Barcelona, el pasado mes de enero, aseguran fuentes del Gobierno. 

El acuerdo también tiene riesgos para Brasil, en particular las importaciones de coches y otros productos de automoción de países potentes como Alemania o la propia España. Podría perder cuota de mercado de sus coches en otros países del Mercosur y resto de América Latina. 

Brasil es la primera economía de América Latina. Junto al resto de países del Mercosur forma un mercado de cerca de 300 millones de personas con un PIB equivalente a unos dos billones de euros. España importa de Brasil cerca de 10.000 millones de euros anuales (9.761 millones en 2021), tres veces más de lo que exporta (3.317 millones). Ese desequilibrio comercial será otro de los asuntos que tratará Sánchez y sus ministros con Lula y su gabinete en la reunión de este miércoles. La relación es desigual. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

España es el segundo inversor en Brasil, sólo tras Estados Unidos, y las empresas españolas (AENA, Red Eléctrica, Acciona o Iberdrola, entre otras) crean allí cerca de 175.000 empleos directos. Si el acuerdo Mercosur sale adelante, es previsible que Brasil sea un destino más dulce para las empresas españolas. Especialmente para las pymes. Desde Moncloa ponen el foco en la plétora de programas de infraestructuras en marcha en el país y en los contratos que podrían conseguirse: carreteras, agua, saneamientos, energías renovables…

El acuerdo de Mercosur y la guerra de Ucrania

La pandemia y la guerra de Ucrania han hecho que los líderes europeos se pongan manos a la obra para fomentar la llamada “autonomía estratégica”, los planes para ser menos dependientes de una sola fuente en el suministro de materias primas, productos elaborados o seguridad. Por eso se ve como clave tejer lazos comerciales con Brasil y Argentina, dos gigantes en materias primas. El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, considera que el acuerdo es clave, “En el contexto geopolítico actual, el acuerdo es mucho más que un acuerdo comercial”.

Las relaciones con América Latina son parte de una reconfiguración geopolítica donde la autonomía estratégica, confirman fuentes de Moncloa. La posición española es favorable al acuerdo, explican, especialmente en un contexto en el que se cree que Europa quiere reforzar esa autonomía para recibir los suministros de productos clave y reducir vulnerabilidades. En ese sentido, Moncloa cree que América Latina tiene un papel: desde el suministro de litio (necesario para el desarrollo de tecnologías verdes) a la apertura a la importación y exportación de los mercados tecnológicos y garantizar las materias primas.