Conflicto diplomático

China rectifica tras poner en duda la legitimidad de los países bálticos

El ministro de Exteriores de China, Qin Gang, durante una rueda de prensa en Pekín el pasado 14 de abril.

El ministro de Exteriores de China, Qin Gang, durante una rueda de prensa en Pekín el pasado 14 de abril. / REUTERS

Adrián Foncillas

China ha achicado agua este lunes en una disparatada y evitable tormenta diplomática. El Ministerio de Exteriores ha aclarado que reconoce el estatus internacional de las repúblicas exsoviéticas después de que su embajador en FranciaLu Shaye, lo pusiera en duda el viernes. Dos días ha necesitado China para corregir el desaguisado porque su diplomacia no trabaja en fin de semana ya haga sol, llueve o truene. La crisis subraya tanto su tozuda inclinación a dispararse en el pie como sus mohosas estructuras comunicativas.

Ocurrió en una entrevista en un medio francés. Le preguntaron a Lu si Crimea era ucraniana. Depende de la perspectiva, dijo, porque "al principio era rusa". Lo empeoró después: "Incluso esos países exsoviéticos carecen de un estatus bajo la ley internacional porque ningún acuerdo establece que sean soberanos". A China le han caído merecidísimos palos desde LetoniaLituania Estonia, que le han recordado que fueron ocupadas ilegalmente por la Unión Soviética hasta su disolución en 1991. Este lunes por la mañana han llamado a consultas a los embajadores chinos para exigir respuestas. Llegaron a mediodía desde el Ministerio de Exteriores. China respeta "la soberanía, independencia e integridad territorial de todos los países", ha desvelado su portavoz, Mao Ning. Ha añadido que China fue de los primeros países en reconocer a las repúblicas exsoviéticas. "Puedo asegurar que lo que acabo de decir representa la postura oficial del Gobierno chino", ha contestado sobre las palabras del embajador en Francia.

Beligerancia diplomática

Lu forma parte de lo que se conoce como "lobos guerreros": una nueva hornada de diplomáticos chinos beligerantes contra las acusaciones globales y activos en las redes sociales. Defienden con saña la postura oficial pero Lu es pionero en contradecirla. China nunca ha reconocido la anexión rusa de Crimea y mantiene relaciones diplomáticas plenas con las república exsoviéticas. ¿Pensaba realmente Lu lo que decía o se enredó con las palabras? En cualquier caso, creó un conflicto en una región en la que, tras la invasión rusa de Ucrania, China provoca recelos por su sintonía con Moscú. Letonia, Lituania y Estonia, miembros de la OTAN y la UE, son defensoras acérrimas de Kiev.

"Si alguien aún se pregunta por qué los países bálticos no confiamos en que China lleve la paz a Ucrania, aquí tenemos a su embajador argumentando que Crimea es rusa y las fronteras de nuestros estados carecen de base legal", ha afirmado el ministro de Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis. Desde Letonia y Estonia pidieron aclaraciones y correcciones. También desde Francia y la Unión Europea. "Son inaceptables", ha manifestado Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, que ha recuperado esta semana su beligerancia contra China. "Si quieres ser un gran jugador internacional, no puedes repetir como un loro la propaganda rusa", aleccionó Mykhailo Podolyak, consejero del Gobierno ucraniano.

Letonia y Estonia renunciaron en agosto pasado, poco después de la invasión, al "Diálogo 17+1". Es una plataforma china para incrementar el comercio con la Europa Central y el Este, nacida una década atrás, y que concitó en un principio el interés de los países tradicionalmente ninguneados por la Europa Occidental. No abundan los gobiernos que desdeñan las oportunidades para el comercio con China. Lituania se había excusado ya en noviembre, antes de que tronaran las bombas, confirmando su extraña inclinación hacia Taiwán. Tampoco abundan los gobiernos que se atreven a irritar a Pekín. Vilnius permitió la apertura de una embajada taiwanesa de facto y ha intercambiado oficinas de comercio bilateral con Taipei.

En ese cuadro prendió el incendio un embajador insensato y tardó dos días Pekín en apagarlo.