El fantasma de un desbordamiento de la guerra en Ucrania hacia territorio de la OTAN planeó ayer por la noche en las capitales europeas y de EEUU. Un cohete de "fabricación rusa" impactó en la localidad polaca de Przewodow, junto a la frontera con el país eslavo, causando dos fallecidos. En Varsovia, el primer ministro Mateusz Morawiecki convocó con carácter extraordinario una reunión del Comité de Seguridad y Defensa del Consejo de Ministros, el máximo órgano consultivo de seguridad del Estado, tras la cual, aunque hizo un llamamiento a la calma, puso en alerta a sus tropas y fue convocado de inmediato el embajador ruso en el Ministerio de Exteriores para exigir explicaciones.

La emisora polaca de radio ZET había informado de que el cohete impactó en maquinaria agrícola. La policía, la Fiscalía y el Ejército se habían congregado en el lugar de los hechos, reportó la misma fuente. “Los bomberos están en el lugar de los hechos; no es claro lo que ha sucedido”, declaró a Reuters Lukasz Kucy, miembro del cuerpo local de apagafuegos. Una fuente de la inteligencia estadounidense sostuvo ante un periodista de la agencia AP que los dos proyectiles de los que al principio se habló eran rusos habían cruzado la demarcación fronteriza, un extremo que ni la Casa Blanca ni el Pentágono confirmaron públicamente: “Estamos al tanto…. En este momento no tenemos información para corroborar” que los misiles que impactaron en Polonia eran “rusos”, declaró el portavoz el Pentágono, el general de brigada Patrick Ryder.   

Moscú niega la autoría

En Moscú, el Ministerio de Defensa ruso negó tajantemente las acusaciones, calificándolas de “provocación”, y aseguró que sus fuerzas no habían lanzado bombardeos contra objetivos en ucrania situados en las proximidades de la frontera con Polonia. El portavoz del Gobierno polaco, Piotr Muller, pidió paciencia para esclarecer los hechos y llamó a los periodistas a "no difundir informaciones" no confirmadas. Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, calificó los hechos de “escalada muy grave” del conflicto.

Se trata del incidente más grave en el que se ve implicado un país miembro de la Alianza Atlántica desde el arranque de la guerra. Se produce, además, pocos días después de la retirada de las tropas rusas de la ciudad sureña de Jersón, la mayor derrota sufrida por el Ejército del Kremlin en toda la contienda. Un revés bélico al que Moscú respondió lanzando, durante toda la jornada de este martes, más de un centenar de ataques con misiles y una decena de ataques con drones iranís contra infraestructura energética y objetivos civiles en Ucrania, dejando a millones de ciudadanos sin electricidad y cortando el suministro en 16 de las 24 provincias del país, incluyendo Kiev, la capital. “Está claro lo que el enemigo quiere y no lo va a conseguir”, respondió Zelenski en una declaración difundida por Telegram.

La reacción de los países vecinos de Ucrania, en especial las repúblicas bálticas, con una percepción de la amenaza rusa muy acentuada, y temerosas de que el conflicto cruce finalmente las fronteras, no se hizo esperar. El presidente de Lituania, Gitanas Nauseda, afirmó “estar en contacto” con “los amigos polacos”, antes de demandar: “el territorio de la OTAN debe ser defendido hasta la última pulgada”. “El régimen terrorista será detenido por la fuerza unida de los aliados”, concluyó.

Defensas antiaéreas

El ministro de Defensa de Letonia, Artis Pabriks, planteó la posibilidad de que la OTAN suministrara “defensas antiaéreas” a Polonia para defender su espacio aéreo y el de Ucrania occidental. “De forma deliberada, o sin quererlo, se trata de una situación inaceptable”, remachó, dando por sentado que Rusia era el origen del ataque. El ministro de Exteriores en Estonia, Urmas Reinsalu, aseguró hallarse en consultas con sus colegas para ofrecer una respuesta “unida y firme”. La UE, por boca del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, dijo respaldar "unida" a Polonia.      

Sea como fuere, el incidente constituye una escalada de un conflicto en el que muchos analistas dan por sentado que, tarde o temprano, acabará superando las fronteras ucranianas. Ello ha tenido un impacto inmediato en los precios de la energía y del grano, dos materias primas cuyo comercio, vital tanto para las economías desarrolladas como para las de estados en vías de desarrollo, ha sufrido importantes perturbaciones debido a la guerra. El precio del barril de West Texas se incrementó un 3% a las pocas horas del incidente, alcanzando los 87 dólares por unidad, mientras que el precio del trigo de Chicago subió un 1,2%, el del maíz un 1,5% y el de la soja un 1,2%. Los vaivenes en los precios de estos productos podrían acabar agravando la crisis energética e impulsando la inflación en Europa y EEUU, además de avivando el problema de la hambruna que sufren los países de África y Oriente Próximo.