Final de estado de gracia para el Gobierno francés comandado por la primera ministra Élisabeth Borne. El Ejecutivo centrista se enfrentó este lunes a tres mociones de censura en la Asamblea Nacional. Ninguna de ellas tenía prácticamente ninguna posibilidad de prosperar en un Parlamento en que la oposición resulta mayoritaria en número de escaños, pero está dividida en polos ideológicos opuestos. 

“La censura no solo puede ser una postura, hace falta asumir sus consecuencias. Debemos recordar cuál sería la mayoría alternativa. (…) La RN y la NUPES no me imagino ni un segundo cómo podría gobernar juntas”, reprochó Borne a la dividida oposición. Estas mociones de censura —presentadas por la coalición de izquierdas NUPES (dos de ellas) y la tercera por la ultraderechista Reagrupación Nacional (RN)—  fueron la respuesta a la aprobación la semana pasada de los presupuestos de 2023 y el de la seguridad social a través del polémico artículo 49.3. Lo que permitió su adopción sin un voto parlamentario. 

La moción de la izquierda recibió 239 votos a favor y la de la extrema derecha, 90. La votación de la tercera estaba prevista para el lunes por la noche. Todas ellas se quedaron lejos del umbral mínimo de 289 para alcanzar la mayoría absoluta. El presidente Emmanuel Macron ya había advertido a finales de septiembre que, si una moción de censura prospera, disolverá inmediatamente la Asamblea y convocará elecciones legislativas anticipadas.

Gobierno en minoría, oposición dividida

“El 49.3 es el arma de los débiles, de aquellos que tienen pocos argumentos”, aseguró la diputada ecologista Cyrielle Chatelain, que presentó una de las mociones de censura de la NUPES. Compuesta por la Francia Insumisa, el Partido Socialista, los verdes y los comunistas, esta alianza progresista es la principal fuerza de oposición en el Parlamento, con 151 escaños. Estos presupuestos representan “la cabeza de góndola del liberalismo económico y de la inacción climática”, añadió la jefa de grupo de los verdes.

Aunque incluyen ayudas de un total de 16.000 millones de euros para hacer frente a la crisis energética, las cuentas del año que viene representan un retorno a la senda ideológica del pasado al priorizar las bajadas de impuestos y suprimir la mayor parte inversiones especiales para reactivar la economía tras la pandemia del covid-19. Con su adopción final a través de decretazo gubernamental, no incluyen un impuesto especial a los “superdividendos” de las empresas que había aprobado la Asamblea tras una enmienda presentada por un diputado centrista. Gracias al artículo 49.3, los de 2023 serán unos presupuestos hechos a medida para Macron.

Pese haber perdido la mayoría absoluta en el Parlamento en las legislativa de junio, el presidente apostó por gobernar en minoría. Después de un verano en que el macronismo logró aprobar leyes clave a través de acuerdos con Los Republicanos (LR, afines al PP en Francia), las posiciones se endurecieron con la llegada del otoño. El macronismo apostó por el rodillo parlamentario del 49.3 ante una derecha republicana más exigente y una oposición capaz de aprobar numerosas enmiendas a los presupuestos, consideradas como un revés parlamentario para el Ejecutivo.

“No parecen haber entendido el mensaje”

“El 19 de junio (segunda vuelta de las legislativas), el presidente de la República debería haber entendido el mensaje y demostrar una mayor humildad. Pero ni él ni la mayoría gubernamental no parecen haber entendido el mensaje”, criticó la ultraderechista Marine Le Pen, cuya moción de censura no recibió el apoyo de ningún otro grupo. En cambio, los 89 diputados de la RN sí que apoyaron la presentada por la NUPES.

Los representantes de LR, así como los de un grupo de regionalistas (de Córcega, Bretaña, etc), se opusieron a los tres votos de censura. “Nuestra responsabilidad es no provocar la inestabilidad política que paralizaría el país en un momento en que los franceses se enfrentan a la inflación”, dijo Olivier Marleix, presidente del grupo parlamentario de la derecha republicana. 

“Si queremos evitar esta ruleta rusa en la Asamblea Nacional, hace falta cambiar de manera de gobernar”, advirtió el regionalista Bertrand Pancher. Cuatro meses después de las legislativas, el Ejecutivo de Borne ya se ha enfrentado a cuatro mociones de censura. Puede seguir gobernando en minoría gracias al modelo presidencialista de la Quinta República, en que el poder ejecutivo tiene un peso preponderante sobre el legislativo. 

Sin embargo, este estilo de gobierno no gusta demasiado a los franceses. Según los últimos sondeos, la primera ministra ha perdido cinco puntos de popularidad en el último mes (38%) y el presidente, tres (35%). Ambos acusan el desgaste de unas primeras semanas de otoño marcadas por la huelga en las refinerías de combustible. Tras haber obligado a trabajar a una parte de los huelguistas, la situación mejoró de manera considerable en las gasolineras. Este lunes solo había problemas de penurias en un 10% de ellas, aunque los trabajadores de dos refinerías continúan en huelga. Sin duda, un alivio para un Gobierno de Macron en aprietos en el Parlamento.