Un total de 29 son las prohibiciones que los talibanes impusieron a las mujeres afganas durante su primer mandato en los 90 y que ahora, 20 años después, recuperaron tras su vuelta al poder el pasado 15 de agosto de 2021. Estas prohibiciones, que van desde no poder estudiar a siquiera poder hablar con un varón que no sea de la familia, han quedado plasmadas en la exposición artística virtual '29 miradas' que en noviembre se inaugurará en formato físico en Segovia.

La exposición, dirigida y coordinada desde el estudio tudelano de F8 Tours / F8 Estudio, cuenta con los testimonios reales de refugiadas que han huido de Afganistán como la exvicepresidenta de la Asamblea de AfganistánFawzia Koofi, y la presentadora de las noticias del canal de televisión público de Afganistán, Khadija Amin. Ambas fueron pioneras en el ejercicio de los derechos recientemente adquiridos como la participación en la vida política o el trabajo fuera del hogar llegando a ser dos caras reconocibles entre la población afgana. Amin fue entregada a un matrimonio de conveniencia cuando era muy joven y pasó sus primeros años de casada recluida y dedicada en exclusiva a las tareas del hogar. Años después tomó la decisión de romper con esas cadenas y empezó la carrera de periodismo cuando fue elegida para ser la cara de las noticias en la televisión pública afgana. "A mi marido no le hacía gracia, pero no me lo podía prohibir", explica a este diario. "Con esfuerzo conseguí el trabajo que tanto anhelaba", continúa. 

"La llegada de los talibanes supuso un duro golpe para mí. De un día para otro mi jefe me comunicó que no estaba permitido que las mujeres trabajaran y me pidió que me fuera a casa", explica a este diario. Su periplo para exiliarse terminó el pasado año cuando con la ayuda de RSF llegó en uno de los aviones de evacuación a Torrejón de Ardoz y posteriormente se trasladó a Salamanca, donde estudia actualmente el último curso de la carrera. Aun así, su huida sigue teniendo un sabor agridulce tras haber sido traicionada por su marido, quien en el último momento decidió quedarse en Afganistán impidiendo que Khadija se trajera a España a sus tres hijos. "Mientras los talibanes sigan ostentando el poder, las mujeres tienen un futuro muy oscuro por delante", asegura conmovida.

"La guerra de Ucrania ha apagado muy rápidamente el foco mediático de Afganistán", resume el periodista español Antonio Pampliega en una llamada telefónica. Las ocho fotografías firmadas por el corresponsal de guerra fueron tomadas entre 2017 y 2018 en dos de sus últimos viajes al país asiático. En ellas, recogidas en una sala anexa a la de las representaciones artísticas de las prohibiciones, se plasman otras grandes problemáticas de la sociedad afgana con imágenes reales de violencia contra la mujer, matrimonio forzoso o suicido femenino.

Una de las fotografías de la exposición. YOLANDA PURRIÑOS

Caer en el olvido

"Afganistán es el peor país para ser mujer y si el mundo se olvida será peor", zanja. "Los talibanes han ido adoptando las medidas y prohibiciones de forma paulatina para que pasen desapercibidas. Es una estrategia basada en apartar el foco para tener libertad de actuación", explica. Aunque reconoce que la llegada de los talibanes ha deteriorado muchísimo la situación de la mitad de la población, Pampliega apunta que "creer que las mujeres eran libres antes de los talibanes es una ilusión".

Sus fotografías plasman situaciones por las que una mujer con derechos no hubiera pasado. Las mujeres afganas de las zonas rurales quedaron atrás cuando en las ciudades fueron dando pequeños pasos hacia la obtención de derechos de los que anteriormente se las había privado. "Lo que están viviendo estas mujeres no podía caer en el olvido", afirma Begoña Osambela a este diario, la fotógrafa que junto a su pareja, Carlos Forcada, también fotógrafo, ha organizado y coordinado el trabajo de más de 70 profesionales entre los que destacan reconocidos fotógrafos, escritores y periodistas para resaltar desde un punto de vista artístico la sinrazón del poder talibán en Afganistán.

Estas 29 prohibiciones ahogan cada día más a las afganas, cuyas vidas se han convertido en un verdadero infierno. Es en esta situación que se han agravado tres grandes problemáticas de las que también se ha hecho eco la exposición como son el suicidio, la violencia machista y la proliferación nuevamente de los matrimonios forzosos. "Los matrimonios de conveniencia son algo cultural en Afganistán, pero la crisis económica que vive el país está empujando a muchas familias a vender a sus hijas con menos edad para poder sobrevivir", explica Pampliega. Tras ello, las chicas se ven reducidas a la mínima expresión y en muchas ocasiones acaban suicidándose para dejar atrás todo el dolor y el maltrato.