Gabriel Boric ha mirado sobre todo hacia dentro en su primer discurso como presidente de Chile ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Gustavo Petro, el presidente de Colombia, que también debutaba en el cónclave, principalmente hacia fuera. Y los dos enfoques pueden haber sido diferentes, pero han expuesto con fuerza y vigor la voz y la determinación de la nueva izquierda latinoamericana.

El más radical ha sido Petro, antiguo guerrillero, que ha hecho sin paliativos una denuncia no solo de la guerra contra las drogas, que ha dicho que “ha fracasado”, sino del sistema capitalista, o en sus palabras “el poder mundial”, que ha asegurado que “se ha vuelto irracional”. “¿Qué es más venenoso para la humanidad: la cocaína, el carbón o el petróleo?”, ha planteado en un momento de su intervención el líder colombiano, que ha denunciado la “adicción a combustibles fósiles” pero también “al consumo, al poder y al dinero”.

“Las cuentas bancarias se han vuelto ilimitadas, los dineros guardados de los más poderosos de la tierra ya no podrán siquiera gastarse en el tiempo de los siglos”, ha dicho. “La tristeza de la existencia que produce esa artificial convocatoria a la competencia, la llenan con ruido y con drogas. La adicción al dinero y al tener tiene otra cara: la adicción a las drogas en las personas que pierden la competencia, en los perdedores de la carrera artificial en que han transformado a la humanidad. La enfermedad de la soledad no se curará con el glifosato sobre las selvas. No es la selva la culpable. La culpable es su sociedad educada en el consumo sin fin, en la confusión estúpida entre consumo felicidad que permite, eso sí, que los bolsillos del poder se llenen de dinero”.

Petro ha denunciado la guerra de Ucrania pero también las de Irak, Libia y Siria, asegurando que “invadieron en nombre del petróleo y gas”. Ha afirmado también que se han “inventado” guerras “que “han servido de excusa para no actuar contra la crisis climática”. Y tras aseverar que “la causa del desastre climático es el capital”, ha cerrado su intervención recordando que “no hay paz total sin justicia social, económica y ambiental”.

Boric pide justicia social

Más introspectivo aunque también enérgico se ha mostrado Boric, que ha aprovechado el relato sobre el “intenso proceso político” que vive Chile y la historia de cómo un modelo que acentúa la desigualdad lleva al descontento y la fractura social para dejar sobre la mesa lecciones útiles sobre el futuro democrático. “Los invito a anticiparse en la búsqueda de mayor justicia social”, ha planteado, asegurando que “distribuir de mejor manera la riqueza y el poder debe ir de la mano con un crecimiento sostenible y es posible”.

Boric ha vuelto a alejar la idea de que el resultado del plebiscito que rechazó la propuesta constitucional, que asegura que les ha enseñado “humildad”, fuera una derrota. “Nunca un gobierno puede sentirse derrotado cuando el pueblo se pronuncia”, ha dicho. Y ha planteado que “uno de los desafíos principales de la humanidad es justamente el de construir democracias que de verdad le hablen y escuchen a la ciudadanía”.

“Tenemos la responsabilidad de encontrar mejores respuestas a las desigualdades de nuestros países y también a esas señales que nos indican que es cada vez más la cantidad de gente que no se siente representada por quienes están gobernando, ni con la manera en que unos pocos toman decisiones por la mayoría”, ha dicho Boric, que ha apostado por responder a los reclamos de la ciudadanía “con más democracia, nunca con menos”.

El chileno ha cerrado su intervención comprometiéndose “desde el multilateralismo con la justicia y la paz”. Ha denunciado la “injusta guerra de Rusia sobre Ucrania”, la violencia sobre las mujeres, las “permanentes violaciones contra los derechos humanos del pueblo palestino”, la situación de los presos políticos en Nicaragua y las vulneraciones de los derechos humanos. “El mundo entero demanda cambios y las nuevas generaciones tenemos el derecho, y también la responsabilidad, de pensar y materializar un futuro distinto”, ha concluido.