"Un mal pacto", "una amenaza existencial", un acuerdo "basado en mentiras" o un cheque de 100.000 millones de dólares al año "para desestabilizar Oriente Próximo". Con esta dureza y un claro deje de apremiante preocupación, han respondido las cúpulas política y militar de Israel a la inminente renovación del acuerdo nuclear con Irán. Desde todos los estrados, las autoridades israelís imploran "basta" a sus aliados estadounidenses y europeos. "No estamos dispuestos a vivir con una amenaza nuclear sobre nuestras cabezas; no dejaremos que suceda", insiste, hasta el último minuto, el primer ministro Yair Lapid.

El aparato de seguridad israelí cuenta los días para un acuerdo que ya parece inevitable. Pero, mientras no sea una realidad, líderes políticos y coroneles mantendrán sus garras afiladas. El pacto "no cumple con los estándares establecidos por el propio presidente Biden: evitar que Irán se convierta en un Estado nuclear", ha denunciado Lapid esta semana. El mandatario israelí no duda en reprender a Occidente por su posicionamiento y su supuesta docilidad. "Los países de Occidente trazan una línea roja, los iraníes la ignoran y la línea roja se mueve", ha añadido.

Ataques del Mossad

Por ello, en los despachos, se suceden las llamadas con líderes internacionales. Entre ellos, Lapid ya ha hablado con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el canciller alemán, Olaf Scholz. "Las negociaciones deben detenerse", ha remarcado el israelí. En Washington, han aterrizado el ministro de Defensa, el exgeneral Benny Gantz, y el consejero de Seguridad Nacional, Eyal Hulata, para redoblar la presión sobre su fiel aliado. Además, también se han difundido las declaraciones del jefe del Mossad, el Servicio de Inteligencia Exterior israelí, un hecho extraño ya que este órgano suele actuar bajo el más máximo secretismo.

"No podemos sentarnos en silencio y simplemente mirar cómo se acerca el peligro", ha dicho David Barnea en una reunión informativa con Lapid. A este organismo se le han atribuido durante los últimos años varios asesinatos de científicos y cargos militares iranís, así como sabotajes contra instalaciones nucleares. Por ello, Barnea ha anunciado que el Mossad seguirá actuando contra Irán para proteger su propia seguridad pese a que se restaure el pacto nuclear. También se ha atrevido a pronosticar que podría firmarse "dentro de unas pocas semanas, tal vez menos de un mes".

Para Israel, la firma de un renovado acuerdo nuclear "no se trata de un enfrentamiento político, sino de una amenaza existencial", según palabras del propio Lapid. El Estado hebreo ve a Irán como su principal enemigo y, por ello, alerta de la posibilidad de que aumente su potencial nuclear. Los expertos reconocen que Irán tiene la capacidad para fabricar un arma nuclear si decide hacerlo, aunque aún le faltaría diseñar la bomba y su sistema de lanzamiento. Se cree que Israel, por su parte, adquirió armas nucleares hace décadas, algo que no ha confirmado ni negado de acuerdo con una política de ambigüedad nuclear.

Meses de negociaciones

El ajetreo de estos días recuerda a las últimas semanas previas al establecimiento del pacto nuclear en 2015. Fue el entonces primer ministro, Binyamín Netanyahuquién imploró a Barack Obama que se detuviera, pero de nada sirvió. Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Alemania y el Reino Unido firmaron el JCPOA, el Plan de Acción Integral Conjunto, que permitía el levantamiento de las sanciones sobre Irán. Tuvo que llegar Donald Trump, "el mejor amigo que ha tenido Israel en la Casa Blanca", en palabras de Bibi, para que Estados Unidos se retirara unilateralmente del acuerdo, en parte por la presión israelí. 

La Administración Biden, en cambio, ha mostrado su voluntad de reincorporarse al pacto. Las potencias mundiales, con la mediación de la Unión Europea, llevan 16 meses negociando para un acuerdo. Este pacto garantiza el levantamiento de las sanciones impuestas a la República Islámica de Irán mientras esta se comprometa a someterse a un control externo de su programa nuclear para evitar que construya la bomba atómica. Pero, para Israel, el acuerdo solo "se utilizará para fortalecer a HizbuláHamas y la Yihad Islámica" y para financiar "más ataques contra las bases estadounidenses en Oriente Próximo".