Cuando, de pequeño, el joven Boris Johnson se imaginaba a sí mismo de mayor, se veía convertido en “el rey del mundo”. Se lo dijo a su hermana cuando tenía cinco años, según cuenta uno de sus biógrafos, y lo mantiene más de cinco décadas después. En 2019 llegó al trono de primer ministro con una mayoría absoluta tan contundente que recordó a los tiempos de Margaret Thatcher, pero hoy, mientras entrega una corona que llevaba meses ladeada, la cascada de dimisiones entre las filas del partido conservador por sus escándalos ha forzado una salida que le convierte en uno de los premiers conservadores que menos tiempo ha durado en Downing Street. 

Él espera aguantar en el poder hasta ser sustituido como líder de los tories en el congreso del partido en otoño, pero su salida ya se da por hecha y su legado quedará oscurecido por protagonizar uno de los periodos más convulsos de la historia reciente en el puesto. El desafío a la Unión Europea por el protocolo de Irlanda, las fiestas durante la pandemia, el acoso de dos asesores por parte de uno de sus diputados… Su momento había llegado hace tiempo, coinciden en el Reino Unido, pero él siempre se vio capaz de mantener el pulso.

Una personalidad arrolladora

Boris Johnson es un hombre de partido, pero, fundamentalmente, Boris Johnson es un hombre de Boris Johnson. La confianza en su carisma es tal que el aún primer ministro sigue convencido de que, si hubiese forzado la situación y planteado unas nuevas elecciones con él como candidato, habría vuelto a ganarlas con contundencia.

A pesar de que se veía gobernando más allá de 2030, según confesaba a los periodistas británicos, lo cierto es que ha acabado su etapa en el poder dejando a los tories por debajo del partido laborista en los sondeos de opinión.

Moción de confianza interna

El premier no ha terminado de entender cómo es posible que hace solo un mes sus compañeros le refrendasen en el cargo y, ahora, apenas unas semanas después, todo se haya desmoronado a su alrededor. Lo que olvida el líder conservador es que su predecesora en el cargo, Theresa May, también superó una moción de censura interna, pero la división era tan fuerte dentro del partido que se le permitió salir por su propio pie.

Ahora, Johnson, que la superó con 211 votos a favor pero que también vio a 148 compañeros votar en su contra, también está intentando negociar con su formación la mejor forma de abandonar Downing Street.

Una salida digna

Las más de 50 dimisiones que se han producido en su Gobierno durante los últimos días han hecho insostenible su continuidad como primer ministro, pero el ex alcalde de Londres sigue intentando agarrarse todo el tiempo que pueda al cargo con el que soñaba desde pequeño.

La idea que ha planteado al Comité 1922 que rige el partido, según ha informado The Times, es que le permitan mantenerse en su puesto hasta que se elija un nuevo líder en otoño, pero los tories saben que mantener a Johnson durante tanto tiempo puede desangrar aún más a un partido que por primera vez en una década ve peligrar su posición dominante en el panorama político del Reino Unido.

Además, hay un factor con el que Johnson no ha tenido que contar nunca, y es que no haya nadie que quiera gobernar junto a él durante los próximos meses. Sus últimos nombramientos al frente de los ministerios no solo han dimitido apenas 36 horas después de aceptar el cargo, sino que le han pedido que se "vaya ya". Además, y según se filtró durante la noche de ayer, ningún diputado conservador aceptaba ya ocupar los puestos que han ido quedando vacantes.

Sobrevivió al 'Partygate'

Su capacidad de resiliencia es tal que había conseguido resistir más de medio año pese al estallido del partygate. Mientras el resto de la población se enfrentaba a restricciones de movilidad y agrupación, tanto él como su equipo celebraban fiestas en Downing Street. Fiestas por las que tanto el primer ministro como algunos de los pesos pesados de su Gabinete acabaron siendo multados.

A eso hay que sumar otros escándalos como el que ha protagonizado recientemente el que era su número dos del grupo parlamentario, Chris Pincher, que fue acusado por dos asesores de acoso sexual, y las sombras que siguen planeando sobre la financiación de la reforma de su residencia en Downing Street.

Contra todo pronóstico consiguió sostenerse en el cargo durante todo este año gracias en parte, según apuntan algunos analistas en el Reino Unido, al estallido de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y a su firme compromiso con Volodímir Zelenski.

Pulso con la Unión Europea

Ese desvío del foco de atención derivado de la guerra en Europa le regaló una tregua al primer ministro, pero no ha conseguido salvarle. Johnson, que escaló posiciones rápidamente dentro del partido gracias a su carisma y a su compromiso con el ala dura del euroescepticismo conservador, intentó, sin éxito, repetir la fórmula en el último mes.

Tras sobrevivir a la disputa de su liderazgo recrudeció el pulso a la Unión Europea a propósito del protocolo de Irlanda, pero erró a la hora de calcular el poder que tienen a día de hoy los brexiteros en el partido conservador.