Envuelta en una bandera palestina y un chaleco de prensa, la periodista de Al Jazeera Shirin Abu Akleh se ha quedado sin voz. Según la televisión catarí y los palestinos, el disparo de un soldado israelí que alcanzó el hueco en su oreja que dejaban el casco y el chaleco antibalas se la ha arrebatado, La veterana corresponsal ha muerto la madrugada del miércoles en la ciudad de Yenín, al norte de la Cisjordania ocupada, mientras hacía el mismo trabajo que llevaba tres lustros ejerciendo. Ahora, Abu Akleh ha pasado a engrosar la cifra de víctimas palestinas sobre las cuales, apenas hace unas horas, informaba. 

Alrededor de su cuerpo, se lamentan sus compañeros de profesión. “¡Shirin, despierta!”, le han implorado sus colegas en el hospital mientras los médicos certificaron la hora de su muerte. “En un flagrante asesinato, que viola las leyes y normas internacionales, las fuerzas de ocupación israelíes asesinaron a sangre fría a Abu Akleh, atacándola con fuego real mientras cumplía con su deber periodístico”, ha denunciado Al Jazeera en un comunicado. La veterana corresponsal estaba cubriendo el asalto del Ejército israelí al campo de refugiados de Jenin “claramente con una chaqueta de prensa que la identificaba como periodista”.

Tanto Al Jazeera como el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, han atribuido la responsabilidad de la muerte de Abu Akleh al Ejército de Israel. “Nos comprometemos a enjuiciar legalmente a los perpetradores, sin importar cuánto intenten encubrir su crimen, y llevarlos ante la justicia”, ha dicho la cadena con base en Catar. Según Abás, Israel es “totalmente responsable”. El primer ministro israelí ha respondido alegando que Abbas “está haciendo acusaciones sin fundamento contra Israel”.

“Según la información que tenemos actualmente, existe una posibilidad considerable de que los palestinos armados que dispararon imprudentemente causaran la triste muerte de la periodista”, ha añadido en un comunicado. Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, ha ofrecido a los palestinos una “investigación conjunta sobre la triste muerte” de Abu Aqleh. “Los periodistas deben estar protegidos en zonas de conflicto y todos tenemos la responsabilidad de llegar a la verdad”, ha agregado en un tuit.

Ya son más de treinta los palestinos asesinados por las fuerzas israelís durante las últimas semanas. Las incursiones militares israelís y los arrestos masivos se han repetido en el territorio pero se han cebado especialmente con la localidad de Yenín y su histórico campo de refugiados. Decenas de personas han muerto y han sido detenidas en las "operaciones de contraterrorismo” en toda la Cisjordania ocupada en respuesta a la ola de ataques que ha sufrido Israel, seis desde finales de marzo con 18 víctimas mortales. Durante este miércoles, las fuerzas israelís también han matado al joven de 18 años, Thair al Yazuri, en Ramala.

A su vez, el compañero de Abu Aqleh, el productor Ali Al Samudi, ha sido alcanzado por una bala en la espalda aunque su condición es estable. Según su testimonio a The Associated Press, ambos formaban parte de un grupo de siete reporteros que fueron a cubrir la redada el miércoles por la mañana. Ha afirmado que todos llevaban equipo de protección que los identificaba claramente como prensa, y pasaron junto a las tropas israelíes para que los soldados los vieran y supieran que estaban allí. Además, ha añadido que no había palestinos armados en la zona. Solo los reporteros y el Ejército.

Voz del pueblo palestino

La audiencia palestina ha crecido con las crónicas de Abu Aqleh. Oriunda de Jerusalén, esta corresponsal de 51 años llevaba desde el 1997 trabajando para Al Jazeera. Se había convertido en un referente informativo desde los territorios palestinos ocupados para el mundo árabe. Durante los enfrentamientos en el barrio de Sheij Jarrah en Jerusalén Este del año pasado, la experimentada periodista se defendió de los soldados israelís que querían obstaculizar su trabajo y recibió muchos aplausos por su tenacidad y su profesionalidad.

“Escogí el periodismo para estar cerca de la gente”, decía Abu Aqleh hace unos años por televisión, “tal vez no sea fácil cambiar la realidad pero al menos puedo traer sus voces al mundo”. Ahora, es su propia voz la que ha sido silenciada. Durante su funeral, una sociedad entera se ha reunido para llorar este silencio impuesto. A su alrededor, las lágrimas de sus compañeros inauguran el profundo duelo de la profesión periodística y el pueblo palestino. Pero los colegas que la vieron morir ya se han plantado tras la cámara para informar sobre la verdad, aunque, esta vez, duela mucho más.