La relación con Ucrania del expresidente de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, comienza con una visita a las revueltas de la plaza Maidán de Kiev en la que se produce un asesinato y, según su relato, con su salida del país “por seguridad” en una furgoneta de reparto de pan. Y termina con un corte de mangas que él mismo asegura que hizo, ya como vicepresidente del Parlamento Europeo, ante la embajada rusa en Riga (Letonia).

Enero de 2014. Ramón Luis Valcárcel está en su último año como presidente de Murcia tras casi dos décadas. Como responsable del Comité de las Regiones de la Unión Europea, acude a visitar a los manifestantes proeuropeos de la plaza de Maidán de Kiev. Se produce el primer asesinato. Un francotirador de las fuerzas de seguridad dispara contra uno de los congregados. “Yo vi cómo trasladaban el cadáver envuelto en la bandera de la UE, y cómo se lo llevaban hacia una de las tiendas cercanas a la plaza”, asegura.

Después, salió de la ciudad hacia el aeropuerto camuflado en una furgoneta de reparto de pan “porque esa madrugada se había producido un segundo asesinato en una zona ajardinada próxima a la ‘embajada’ de la UE y los responsables de seguridad decidieron sacarme de esa forma extraña”, afirma. Había dado entrevistas en televisiones ucranianas y había llamado al Gobierno prorruso de Ucrania "corrupto" y "criminal".

Ramón Luis Valcárcel en Kiev en enero de 2014 hablando con un manifestante.

Tras ese primer muerto vinieron decenas. Más de 100 manifestantes y una docena de policías, además de unos 2.500 heridos. La matanza del Maidán fue el comienzo de la guerra en Ucrania. Los manifestantes europeístas, armados con escudos y cascos, se enfrentaron durante días a la policía. Esta empezó a disparar con fuego real.

La represión dejó imágenes de batallas campales que sobrecogieron dentro y fuera del país. El presidente, Víktor Yanúkovich, prorruso, fue depuesto por el Parlamento y abandonó el país en helicóptero hacia Rusia. Moscú intervino en Crimea, que se anexionó tras un referéndum considerado ilegal por Estados Unidos y la Unión Europea. Después, soldados sin insignia entraron a apoyar a los rebeldes ucranianos prorrusos del este del país. Donesk y Lugansk se declararon repúblicas independientes. Comenzó la guerra del Donbás, que dejaría más de 14.000 muertos. 

Un año después de aquella revuelta del Maidán, en 2015, ya como europarlamentario del Partido Popular y vicepresidente del Parlamento Europeo, Valcárcel viaja a Riga (Letonia). Allí se entera por un periodista de que Vladímir Putin le había puesto en una lista negra junto a otras 88 personalidades: diputados, europarlamentarios y funcionarios europeos de alto rango. Él era el español de mayor rango, recuerda en Twitter la que fue su asistente, Berta Herrero. Otros sancionados eran el líder de grupo de los liberales (ALDE), Guy Verhofstadt al escritor y filósofo francés Bernard-Henry Lévy. Ninguno podía entrar en Rusia.

“Tras enterarme, fui a la embajada rusa de Riga e hice un corte de mangas ante el soldado de la garita. No es algo muy edificante, pero me salió de dentro… y alguien hizo una foto”, afirma Valcárcel a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario que pertenece al mismo grupo que este medio.

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Siete años después de aquellos episodios, Rusia ha invadido Ucrania. Ataca con fuego de mortero, misiles y bombas decenas de ciudades ucranianas: Mariúpol, Járkov, Chernígov… Y, por supuesto, Kiev, donde empezó todo. La resistencia ucraniana, con armas europeas y estadounidenses, está dificultando los planes de Moscú. 

“Putin ha emprendido una guerra del siglo XX y la Unión Europea le ha respondido con una guerra del siglo XXI”, valora Valcárcel. “Las sanciones le van a hacer mucho daño: puede ganar batallas pero no tengo claro que vaya a ganar la guerra. Las invasiones pueden ser cortas, pero las guerras son largas. Esto es Vietnam para Rusia. Y la UE, de la que Putin tanto se ha mofado, ha conseguido responder con una unidad que no se conocía”.