La Opinión de Murcia

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Ajedrez

Jaque a Putin del ajedrez ruso

Todos los maestros rusos, salvo Karpov y Karjakin, se posicionan contra la decisión de invadir Ucrania | El déspota del Kremlin ha buscado seguir la tradición de controlar el ajedrez mundial, considerado el poder blando en la era soviética

El ruso Ian Nepomniachtchi, subcampeón del mundo, uno de los críticos con Putin.

Suele decirse que el ajedrez, el llamado “poder blando”, en la Unión Soviética tenía ministerio propio. Y a juzgar por la importancia que le otorgaron figuras como Nikolai Krilenko, comandante Supremo del Ejército Soviético de Lenin, no parece una afirmación exagerada: “El ajedrez es una herramienta política. Un arma científica en la batalla del frente cultural. Hay que llevar el ajedrez a las masas”. El propio Lenin que calificó “el ajedrez como una gimnasia mental”, dejó partidas históricas como la que jugó con Gorkin. La revolución bolchevique llenó de tableros de ajedrez la nación soviética.

De Lenin a Stalin

Siguiendo la tradición, Stalin, que también pasó tiempo ante el tablero en el club de Kazán, reafirmó la utilidad del ajedrez para expandir, más allá de sus fronteras, la superioridad intelectual rusa. De hecho, los ajedrecistas fueron los primeros atletas soviéticos a los que Stalin permitió participar en torneos internacionales a mediados de la década de 1930. Y desde 1948, año en que la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) organiza el Mundial, hasta 1999 todos los campeones salieron de la “escuela soviética” (o su sucesora, la rusa), salvo el estadounidense Bobby Fischer, campeón ente 1972 y 1975, tras ganar a Boris Spassky en el histórico duelo en plena Guerra Fría.

Se conoce por “escuela soviética” al heterogéneo grupo de ajedrecistas surgidos tras la II Guerra Mundial a la sombra del legendario Mikhail Botvinnik, su fundador. Heredaron de Alekhine Chigorin el dinamismo y la agresividad, y entre sus miembros destacados aparecen los campeones del mundo Vassily Smyslov, Mijaíl Tal, Tigran Petrosian, Boris Spassky, Anatoly Karpov Garry Kasparov.

Putin ha querido seguir los pasos de Lenin y Stalin con el ajedrez. La FIDE está dirigida por un ruso, Arkady Dvorkovich, que fue viceprimer ministro de Medvedev y contó con el respaldo de Putin para acceder al cargo. Arkady, director del Comité Organizador del Mundial de Fútbol de Rusia de 2019, es hijo de Vladimir Dvorkovic árbitro internacional y hombre de confianza de Kasparov en el Mundial de Sevilla en 1987. Además, la FIDE cuenta entre sus patrocinadores más solventes con empresas rusas como Gazprom, la agroalimentaria PhosAgro y la minera Nornickel.

Sin embargo, el despotismo de Putin ha encontrado oposición en el mundo del ajedrez. En 2015, después de que invadiese Crimea, Kasparov publicó el libro 'Winter Is Coming: Why Vladimir Putin and the Enemies of the Free World Must Be Stopped'. El ogro de Baku advertía en él del peligro de Putin, algo en lo que insistía hace unos días en redes sociales: “Esta es la serpiente que el mundo libre anidó en su seno, tratando a Putin como un aliado, un igual, mientras difundía su corrupción. Ahora ataca de nuevo, demostrando que no puedes evitar luchar contra el mal. Solo puedes retrasarlo mientras eleva su apuesta. Gloria a Ucrania".

Maestros rusos contra Putin

La invasión rusa de Ucrania ha salpicado a los ajedrecistas rusos, que, para sorpresa del Kremlin, se han manifestado abiertamente en contra. El reciente aspirante al título mundial en 2021, Ian Nepomniachtchi no se mordía la lengua al hablar de la invasión: “Ha habido muchos jueves negros en la historia. Pero hoy es más negro que otros”. Nikita Vitiugov advertía: “Es imposible de creer. En 2022, en Europa, hay personas que están muriendo por una guerra, el destino de decenas de millones de personas se rompe. Horror. Rusos y ucranianos son hermanos, no enemigos. Fin a la guerra”. Viacheslav Tilicheev ha afirmado que no representará más a la bandera rusa, pidiendo a la FIDE jugar con bandera neutral, y el joven talento Andrei Esipenko, a sus 19 años, afirmaba sobrecogido: “Es terrible darse cuenta de todo lo que está sucediendo. Realmente esperaba una solución pacífica a la situación…”.

De forma parecida se pronunciaban Peter Svidler, Alexander Motylev, Alexander Grischuk y Dimitri Andreikin. Daniil Dubov, a quien se tachó de “espía” y “traidor” por asesorar a Magnus Carlsen en el Mundial ante Nepomniachtchi, también se pronunciaba en contra: “No tiene sentido lo que se está produciendo”. Hasta la campeona rusa Alina Bivol hizo una petición a la comunidad internacional: “Me gustaría hacer un llamamiento a los ajedrecistas de todo el mundo para que no nos odien por las acciones de nuestro Gobierno”.

Apoyos a la invasión

En la trinchera de Putin solo aparecen un par de nombres notables: Anatoli Karpov Sergey Karjakin. El primero, excampeón mundial de ajedrez, es diputado de la Duma en la actualidad, lo que le impide pisar la Unión Europea por la invasión rusa de Ucrania. A sus 70 años es miembro de Rusia Unida, partido de Putin, mayoritario en la cámara baja rusa, donde es diputado desde hace catorce años. Por su parte, Karjakin, nacido en 1990 en Simferópol, Crimea, se nacionalizó ruso en 2009 para ganarse el respaldo de Rusia y tratar de conquistar el trono mundial. Putin le señaló como el elegido y le brindó su apoyo económico y deportivo. Hace unos días Karjakin declaró: “Estoy totalmente de acuerdo y apoyo todo lo que hace Putin con respecto a la estúpida Ucrania. ¡Qué suerte tengo de amar y vivir en Rusia!”.

El ajedrez ha dado jaque a un Putin que ve cómo los maestros rusos, los mismos que han perdido el dominio mundial a manos del noruego Carlsen, han criticado abiertamente su iniciativa de invadir Ucrania. El poder blando ya no está con Putin. Algo que no había ocurrido en los últimos cien años.

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