¿Naufragio o un camino sinuoso con final feliz? La Asamblea Constituyente de Chile entra a toda velocidad en una momento clave. "La convención en la encrucijada", dijo el jurista Luis Cordero Vega en su columna del diario 'La Segunda'. Este martes deben comenzar los plenarios que en los que se definirán las primeras normas del texto que debe reemplazar la matriz institucional heredada de la dictadura. Se trata, nada menos, que de 1.275 iniciativas, si se suman las presentadas por los delegados, la sociedad y los representantes de las comunidades originarias. Para aprobar las propuestas se requieren dos tercios de los 154 miembros de la asamblea. A principios de julio tendría que completarse la tarea. La convención no solo trabaja en una carrera contra el tiempo, extenuada, entre zigzagueos, avances y retrocesos, en medio de una creciente campaña de desprestigio de parte de algunos medios. No faltan los que hablan de la necesidad de un Plan B ante lo que observan como un proceso deficiente.

La carta de la reforma constitucional permitió encauzar parte de las energías sociales que conmocionaron a Chile en noviembre de 2019 con el "reventón". La Asamblea, fruto de una consulta popular, quedó hegemonizada por la izquierda y la centroizquierda, hasta el punto de que la derecha carece de poder de veto. Bajo esa inédita relación de fuerzas, todo se ha sometido a debate: la temporalidad de los jueces, los modos de inserción global de la economía chilena, el modelo parlamentario, los derechos de la naturaleza y los animales, la necesidad de una democracia ambiental, la nacionalización del cobre y el agua, la marihuana libre, el sistema de pensiones, la agenda feminista, la plurinacionalidad, la descentralización, los nuevos mecanismos de participación ciudadana, la diversidad y la creación de una red de medios públicos como el de la BBC. La presidenta de la Convención Constitucional, María Elisa Quinteros, recibió horas atrás a los impulsores de la norma "Cárcel para (el actual mandatario) Sebastián Piñera", que consiguió mucho más de las 15.000 firmas necesarias.

"Podemos sufrir si se sigue adelante con las iniciativas que buscan sanar heridas de grupos que se sienten postergados como son los pueblos originarios y otros de la izquierda más extrema que buscan la oportunidad de imponer sus ideologías", ha advertido el especialista en Derecho, Winston Alburquenque. Constanza Schonhaut, una convencional con rápida llegada a Gabriel Boric, pareció hablar por el joven que asumirá el 11 de marzo la presidencia, al poner reparo a las propuestas que están "fuera de todo el marco democrático". El vicepresidente de la Convención, Gaspar Domínguez, pidió en este contexto a sus colegas que hagan "todos los esfuerzos posibles" para "consensuar" un horizonte común.

El papel de la derecha

Patricio Fernández fue director de 'The Clinic', la revista político-humorística más revulsiva de la transición democrática. Además de reconocido escritor, es uno de los asambleístas independientes. "No hay que ser vidente para darse cuenta de que la Convención atraviesa momentos difíciles", reconoció en una de las crónicas sobre las deliberaciones que publica en el portal 'El Mostrador', Fernández reconoce que la amplitud del entendimiento tiene un límite porque "para una parte de la Convención, la derecha es vista como una "especie venenosa" y “concederle la razón en algo a los representantes de ese sector” es considerado como "un acto despreciable" porque "encarnan" la defensa de los privilegios y la herencia pinochetista. Si bien señala que "las culpas con que carga esa derecha no son pocas" en la historia chilena "la tarea en que nos hallamos envueltos, exige ir más allá de ellos". A su criterio, "la Constitución que deseamos no cumplirá su objetivo transformador si queda presa de la venganza y se limita a rabiar con el pasado. Los grandes ejes de la discusión en que nos encontramos, en su mayoría son nuevos y no responden a los debatidos por la Guerra Fría".

La Asamblea debe concluir sus tareas en julio. Dos meses más tarde, la sociedad aprobará o no el texto redactado en una nueva consulta popular. A diferencia de buena parte de la izquierda, Boric apostó de entrada por la Constituyente. Un fracaso en las urnas o por desacuerdos entre los convencionales sería, también, un traspié de magnitud para su Gobierno. El diario La Tercera se ha preguntado al respecto hasta dónde puede incidir para evitarlo "ante una asamblea balcanizada hasta en sus propias filas". Si algo sabe Boric es que su programa de Gobierno está directamente relacionado con el cambio constitucional.