Casi 11 millones de portugueses están llamados este domingo a las urnas para renovar el Parlamento, compuesto por 230 escaños, en unas elecciones muy reñidas. La confianza del Partido Socialista (PS) en una mayoría absoluta en las elecciones legislativas de este domingo se ha diluido como un azucarillo en las últimas semanas. Los últimos sondeos apuntan a un empate entre los socialistas, que obtendrían cerca de un 36% de los votos -un resultado parecido al de 2019-, y el conservador Partido Social Demócrata (PSD), que subiría cinco puntos respecto a los pasados comicios, hasta el 33% de los sufragios. Los pronósticos han obligado al primer ministro socialista, António Costa, a cambiar de estrategia y a reconocer que será necesario llegar a acuerdos tras las elecciones, aunque no ha especificado con quién.

Los socialistas han dejado momentáneamente de lado sus diferencias con sus antiguos socios parlamentarios, el Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista Portugués (PCP) y han centrado la última parte de la campaña en intentar arañar votos al PSD, al que acusan de querer privatizar la sanidad pública y de rechazar la subida del salario mínimo. Este cambio de estrategia da muestras de un posible trato prioritario de los socialistas hacia sus antiguos aliados en caso de ganar las elecciones, a pesar de que hasta hace muy poco Costa sostenía haber perdido la “confianza” en ellos tras el rechazo a los presupuestos el pasado octubre.

Protesta contra la extrema derecha en Oporto. FERNANDO VELUDO

Acuerdos necesarios

Tanto el BE como el PCP insisten en presionar a los socialistas para lograr un acuerdo que permita repetir las políticas de la ‘geringonça’, aunque los dos partidos pierden fuerza respecto a 2019, según las encuestas. “Si hay una mayoría de izquierdas, el Gobierno será de izquierdas”, aseguró la líder del BE, Catarina Martins, poco antes del cierre de campaña. Pero la suma de las tres formaciones podría ser insuficiente para lograr una mayoría en el Parlamento, lo que obligaría a incluir en la ecuación a otros dos partidos minoritarios, el animalista Personas, Animales, Naturaleza (PAN) y la izquierda europeísta Livre.

Por su parte, la derecha ha conseguido inyectar una buena dosis de optimismo en sus filas en los últimos días. El candidato del PSD, Rui Rio, ha ganado confianza a medida que las encuestas eran cada vez más favorables, e incluso ha llegado a pedir a Costa que pierda las elecciones “con dignidad”. Para conseguir la mayoría, Rio tendrá que llegar a acuerdos con dos partidos en auge, Iniciativa Liberal y la extrema derecha de Chega, que ha insistido en su voluntad de entrar en el Gobierno a pesar de la negativa del líder del PSD, que apuesta por un acuerdo parlamentario. En cualquier caso, un Ejecutivo de derechas tendrá que pasar necesariamente por Chega. 

Bloque central

La dificultad para alcanzar acuerdos con múltiples partidos, tanto a izquierda como a derecha, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de una abstención de una de las dos grandes formaciones para que el ganador pueda gobernar en minoría. Una opción que Rio ha llegado a plantear en varias ocasiones en caso de perder, pero que no ha obtenido la misma respuesta por parte de los socialistas, que por ahora guardan silencio. Lo que sí ha confirmado Costa en varias ocasiones es que, si no consigue la victoria, dejará el liderazgo del partido y, por tanto, será su sucesor el encargado de llevar a cabo las posibles negociaciones con la derecha.

Pero a pesar de que los dos grandes partidos han votado juntos en casi el 60% de las iniciativas parlamentarias en los dos últimos años, la posibilidad de una alianza similar se antoja complicada debido al desgaste que puede suponer para las dos formaciones, que abriría la puerta al crecimiento de los partidos a un extremo y a otro del espectro político. El control de la pandemia y la inyección de los fondos de recuperación europeos disipan cualquier escenario de crisis sanitaria o económica a corto plazo que obligue a un gran acuerdo, por lo que lo más probable es que las dos formaciones busquen apoyos en los otros partidos.

Los socialistas europeos temen los resultados para António Costa. MIGUEL A. LOPES

Llamada al voto

Las principales fuerzas políticas han dedicado el último tramo de la campaña a hacer un llamamiento a la participación y a intentar captar al 11% de los electores que, según el último sondeo del semanario Expresso, todavía no han decidido su voto. Un porcentaje que se duplica en el caso de los jóvenes de entre 18 y 24 años. Los dos principales partidos insisten en pedir “el voto útil”, mientras que las formaciones minoritarias destacan su capacidad para ejercer como contrapeso a las grandes fuerzas. Ante un escenario electoral tan ajustado entre izquierda y derecha, convencer a esta parte del electorado será decisivo.