Volvió a ocurrir el pasado miércoles: un joven veinteañero atacó físicamente a un trabajador de una gasolinera de 67 años en Bremen. El empleado había recriminado previamente al agresor que hubiese entrado al establecimiento sin llevar una mascarilla puesta. El joven volvió poco después y tumbó a su víctima a golpes, según informó la policía. 

La agresión no acabó tan trágicamente como la del pasado 18 septiembre en otra gasolinera de la localidad de Idar-Oberstein – Renania-Palatinado –, pero recordó a ella: un hombre mató de un disparo en la cabeza a un cajero de 20 años después de que éste le pidiese cubrirse nariz y boca con una mascarilla. Según la fiscalía, el asesino, de 49 años, reconoció que lo hizo para “enviar una señal” contra las restricciones frente a la pandemia de las que responsabilizó personalmente al cajero. La víctima se llamaba Alex y era estudiante.

No son los primeros actos violentos protagonizados por simpatizantes del movimiento Querdenken – pensamiento transversal – y del fenómeno anticoronavirus alemán. Difícilmente serán los últimos. Los servicios secretos alemanes llevan semanas alertando sobre la radicalización de elementos de este heterogéneo grupo que aglutina desde militantes ultraderechistas y de las más diversas teorías de la conspiración hasta antivacunas y defensores de la medicina alternativa y las terapias esotéricas

“Una imagen distorsionada del mundo podría provocar que en el futuro más personas se sientan llamadas a hacer uso de medidas extremas”, aseguró tras el ataque de la gasolinera de Bremen Bernhard Witthaut, presidente de la Oficina para la Protección de la Constitución de Baja Sajonia – servicios secretos internos alemanes –. Según Witthaut, la fase de las grandes manifestaciones contra las restricciones es, de momento, historia en Alemania. La radicalización parece estar teniendo lugar en foros de Internet y en determinados canales de Telegram. Los ataques en solitario apuntan a ser la primera señal.

“Corona-dictadura”

“Estos casos aislados son la expresión de una radicalización generalizada”, explica a 'El Periódico de Catalunya' Axel Salheiser, investigador del Instituto para la Democracia y la Sociedad Civil de Jena, especializado en tendencias antidemocráticas. “Los actos de violencia son a menudo justificados con la narrativa de la autodefensa y bajo la interpretación de que las actuales medidas y restricciones introducidas por la política son insoportables. Esa interpretación se proyecta en la expresión ‘Corona-Dictadura’ usada en los círculos de los Querdenker”, añade. 

Salheiser indica que es improbable que esos “casos aislados” registrados hasta ahora sean los últimos; desde el inicio oficial de la pandemia, instalaciones del Instituto Robert-Koch – corresponsable de la estrategia de vacunación en Alemania – han sido atacadas con cócteles molotov, cientos de negacionistas, neonazis y Ciudadanos del Reich – que niegan la existencia de la República Federal – intentaron asaltar el Bundestag en agosto del 2020, y se han producido repetidos enfrentamientos entre asistentes a la marchas anti-restricciones y la policía. El asesinato en la gasolinera de Idar-Oberstein parece sólo un nuevo episodio de una progresiva radicalización.

A una pregunta de 'El Periódico de Catalunya' sobre más posibles agresiones procedentes del movimiento anticoronavirus, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución reconoce haber creado una nueva categoría para vigilar este fenómeno difícilmente clasificable dentro las principales amenazas que los servicios secretos alemanes han vigilado históricamente: ultraderecha, extrema izquierda, islamismo/yihadismo y servicios secretos extranjeros. “Deslegitimación del Estado” es el nombre de esa nueva categoría que incluye la diversidad de actores que participan en el movimiento antirestricciones.

“Protestas y manifestaciones legítimas son cada vez más instrumentalizadas”, apuntan los servicios secretos. “También los organizadores de manifestaciones – sobre todo protagonistas del movimiento Querdenker – muestran con claridad que su agenda va más allá de una simple movilización contra las medidas estatales contra el coronavirus. Establecen contactos con Ciudadanos del Reich (…) y otras organizaciones ultraderechistas, propagan la negación de las disposiciones de las autoridades y niegan el monopolio de la violencia del Estado”, añade una portavoz de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución.

Distanciamiento oficial

Tanto las principales figuras del movimiento Querdenker como el joven partido Die Basis, nacido de las protestas antirestricciones, se han distanciado expresamente del ataque de Idar-Oberstein. Ese distanciamiento tiene lugar tanto en la esfera pública como en sus canales de Telegram, donde estos círculos suelen organizarse y mantenerse informados. Al mismo tiempo, el movimiento anticoronavirus sigue alimentando la narrativa de la resistencia ante el autoritarismo y la lucha contra la “Corona-dictadura”, un lenguaje que da alas a brotes de violencia, como advierten expertos y los servicios secretos.

A pesar de que las marchas antirestricciones se han convertido indudablemente en punto de encuentro de estructuras ultraderechistas ya existentes antes de la pandemia en Alemania, el movimiento anticorona está lejos de ser un fenómeno exclusivamente neonazi o de extrema derecha. Como apunta Alex Salheiser, ha atraído a figuras procedentes del “centro de la sociedad”, a clases medias y también a académicos. El analista incluso traza un paralelismo entre las protestas antirestricciones y las marchas antimigratorias del 2015. Esto último es precisamente lo que convierte en peligroso a un movimiento anticorona radicalizado: personas no vigiladas por las autoridades y la policía por carecer de antecedentes criminales podrían protagonizar nuevas acciones violentas en el futuro.