La líder del Partido Nacional Escocés (SNP) y primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, ha vuelto a desafiar al primer ministro británico para celebrar una nueva consulta soberanista en el discurso de clausura del congreso de la formación. Sturgeon reiteró su intención de convocarla antes de que termine el 2023 y dijo que espera poder hacerlo de forma legal, es decir, con el consentimiento de Londres, como sucedió en el 2014. Entonces se rechazó la independencia con el 55% de los votos. Sturgeon ha asegurado que quería negociar con Londres “con un espíritu de cooperación, no de confrontación”. La respuesta de Londres no se ha hecho esperar y un portavoz de Downing Street ha señalado que la postura de Johnson no se había movido un ápice y que era que no.

El primer ministro siempre ha defendido que la decisión de permitir una consulta en el 2014 (la permitió el entonces primer ministro David Cameron) fue con la condición de que sería la única en una generación y que eso fue lo que se le dijo a la gente. En el discurso, que ha sido virtual, Sturgeon ha argumentado que el referéndum del Brexit lo cambió todo y criticó al Reino Unido por haber forzado a Escocia a salir de la Unión Europea (UE). El 62% escoceses votaron permanecer en la UE. Seguir en la UE fue uno de argumentos de los unionistas en contra de la independencia en el 2014.

Sturgeon ha asegurado que el Brexit ha perjudicado a la economía escocesa y en concreto a los sectores de la alimentación y las bebidas y al de las universidades y que ha provocado una escasez de mano de obra. “Los conservadores han provocado que haya falta de alimentos en uno de los países más ricos del mundo”, ha lamentado. Y ha avisado que éstas son consecuencia a corto plazo del Brexit, pero que se acrecentarán en los próximos años a medida que se vaya recortando la relación con la UE. “[Los conservadores] nos van a empobrecer para luego decirnos que no podemos ser independientes”.

Presión a Londres

Sturgeon ha remarcado que el gobierno conservador de Johnson no tiene más remedio que aceptar el referéndum. Primero porque los conservadores solo consiguieron seis diputados (de los 59 en juego) en las generales de 2019, por los 48 del SNP. Y segundo, porque los independentistas (SNP y Verdes) sacaron mayoría en las elecciones regionales de mayo en las que confluían con la promesa de celebrar una consulta si ganaban. Entre SNP y Verdes lograron 74 escaños (de un total de 129), por los 47 de los partidos unionistas (liberaldemócratas, conservadores y laboristas).

“A fin cuentas, el Reino Unido es una unión voluntaria de naciones [que data de 1707] y, francamente, el gobierno de Westminster, que solo tiene seis diputados en Escocia, no puede decidir nuestro futuro sin el consentimiento de la gente de aquí”, ha concluido. Sturgeon no quiere celebrar un referéndum ilegal y espera convencer a Johnson para que lo autorice (con la famosa orden 55), algo que es muy poco probable que suceda. De momento, presentará en el Parlamento de Edimburgo la ley para autorizar la consulta que será aprobada. No se descarta que el derecho a decidir termine en los juzgados.

El SNP también ha prometido, durante el congreso, llevar a cabo una transición hacia la economía verde y las energías renovables con el compromiso de regenerar el 50% de su energía y convertirla en renovables y de descarbonizar completamente el sistema energético antes del 2050. Unas promesas que, a buen seguro, fueron del agrado de los Verdes, sus nuevos socios de gobierno, que les garantizan la mayoría independentista en el parlamento.