El protagonista del primer gran escándalo del mandato de Emmanuel Macron sentado en el banquillo de los acusados. El Tribunal de París empezó este lunes al mediodía el juicio de Alexandre Benalla, exresponsable de la seguridad del presidente francés. El exguardaespaldas de Macron es acusado de haber usurpado la función de la policía y de haber detenido de manera violenta a manifestantes durante el 1 de mayo de 2018. 

Además, lo juzgan por posesión de un arma de fuego sin disponer de la licencia durante un mitin del dirigente centrista a finales de abril de 2017, cuando se encargaba de la seguridad de la campaña de Macron en las presidenciales. También lo imputaron por posesión fraudulenta de pasaportes diplomáticos. Y por haber obtenido de manera supuestamente ilegal imágenes de videovigilancia, que La República en Marcha (partido del presidente francés) utilizó para defender al controvertido Benalla en las redes sociales. En total, es acusado de una docena de delitos y podrían condenarlo a hasta siete años de prisión.

El caso Benalla fue destapado por el diario Le Monde en julio de 2018, cuando reveló unas imágenes en que se veía a un hombre arrestando en el suelo, de manera brusca y poco ortodoxa, a dos manifestantes en la plaza de la Contrescarpe, en el corazón del Barrio Latino de París. El rotativo vespertino precisó que se trataba del entonces responsable de seguridad en el Elíseo. Pese haber seguido al dispositivo de las fuerzas de seguridad como “observador”, se había excedido presuntamente en sus funciones. Este escándalo comportó la destitución de Benalla y la primera crisis política para Macron.

Benalla, 30 años, muy cercano a Macron hasta ese momento, pasó de ser un total desconocido para los franceses a convertirse en un controvertido personaje de las altas esferas del poder. La torpe gestión del caso por parte de la presidencia gala —pese a tener conocimiento de los hechos desde mayo de ese año, el Elíseo solo le impuso una suspensión laboral de dos semanas— alimentó la imagen de un presidente amateur y poco amigo de los contrapoderes. El dirigente centrista declaró con prepotencia: “Si quieren a un responsable, que vengan a buscarlo”. Con ese escándalo, se inició un viacrucis para el macronismo que culminó con la revuelta de los chalecos amarillos.