“Señor presidente, su hija se está muriendo. Le juro por Dios que su hija se está muriendo”. Hanin Hossam le implora a una cámara con la esperanza de que su mensaje llegue hasta el presidente de EgiptoAbdelfatá el Sisi. Las lágrimas se acumulan en las mejillas de esta joven estudiante de arquitectura de 20 años. Hossam va a pasar 10 años en la cárcel, condenada por “tráfico de personas”. ¿Su crimen? Publicar en TikTok videos bailando, haciendo karaoke y animando a sus seguidoras a monetizar su contenido. 

Hossam es una de las ‘chicas TikTok’ de Egipto. Solo ella y Mawada al-Adham, de 23 años, son conocidas con nombres y apellidos de cara al público. En un caso que lleva más de un año de recorrido, ambas han sido acusadas de “tráfico de personas” y van a pasar su juventud en prisión. Al-Adham ha sido condenada a seis años de cárcel y Hossam, a una década. También ambas han recibido multas de más de 10.000 euros. “¡10 años! No hice nada inmoral para merecer todo esto”, lamenta la joven en un vídeo de Instagram.

En abril del 2020, la joven que cuenta con alrededor de 900.000 seguidores en TikTok fue arrestada por primera vez. Tras publicar un vídeo invitando a sus espectadoras a compartir contenidos en otra plataforma, Likee, que les permitiría ganar dinero, los fiscales la acusaron de “violar los valores y principios familiares”. A su vez, Adham cuenta con tres millones de seguidores en TikTok y millón y medio en Instagram. Un mes después, fue acusada del mismo delito, por los vídeos “indecentes” donde cantaba y bailaba. 

10 meses en prisión

Pero este veredicto fue anulado en enero y fueron puestas en libertad. Aunque pronto se las acusó de trata de personas al “utilizar a las niñas en actos contrarios a los principios y valores de la sociedad egipcia con el objetivo de obtener beneficios materiales”. “Estuve encarcelada durante 10 meses y no dije ni una palabra después de mi liberación; ¿por qué quieres encarcelarme de nuevo?”, le pregunta Hossam al presidente egipcio. La más joven de ambas ha recibido una sentencia más dura ya que no compareció ante el tribunal, tal y como sí hizo Adham. 

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“Tenía el derecho legal de no presentarse”, ha apuntado su abogado Hani Sameh, a la vez que ha anunciado que recurrirán la sentencia. En un país donde recientemente varios jóvenes de clase alta han sido puestos en libertad por la ausencia de pruebas en el caso de la presunta violación grupal en el hotel de lujo Fairmont, las mujeres de clase trabajadora se pudren entre rejas o en los hogares. Activistas de derechos humanos han denunciado que estas jóvenes han sido procesadas como parte de una ofensiva de las autoridades egipcias contra influencers por cargos que violan sus derechos a la privacidad, la libertad de expresión, la no discriminación y la autonomía corporal. 

Conservadurismo y patriarcado

En el cada vez más conservador Egipto, las mujeres de todas las edades son quienes más sufren la mano dura de Sisi. Hace meses, Human Rights Watch señalaba el “nuevo esfuerzo para controlar el uso que las mujeres hacen del espacio público”. Es en las redes sociales donde las jóvenes han encontrado un lugar para expresarse pero a la vez, denunciar el asfixiante ambiente de represión sexual que habita en el país. A su vez, la sentencia ha despertado en las redes una ola de solidaridad con las jóvenes.

Amnistía Internacional ha criticado las “nuevas tácticas represivas para controlar el ciberespacio”. Desde la aprobación de la ley de delitos cibernéticos en el 2018, las autoridades pueden castigar los contenidos que infringen conceptos tan poco definidos como los “valores familiares” o la “moral pública”. Las ‘chicas de TikTok’ no son las primeras en pagar su espontaneidad con su juventud. Bailarinas y cantantes llevan años siendo blanco de ataques por publicaciones consideradas demasiado sugerentes. Sama al-Masry, una famosa bailarina de danza del vientre, está en prisión desde abril del 2020 por un contenido en las redes que supuestamente incita al libertinaje y a la inmoralidad.  

Masry es una de los más de 60.000 presos por cargos políticos que languidecen en las prisiones egipcias. Desde la llegada al poder de Sisi, en el 2014, a través de un golpe de Estado, la represión ha aumentado. Apenas se respetan los derechos humanos, las libertades han sido coartadas y la censura domina a todos los niveles de la sociedad. El conservadurismo egipcio se alía con el patriarcado estructural y las mujeres son sus principales víctimas. Hossam y Adham no podrán bailar entre rejas. Mientras, desde sus casas, sus seguidoras comprenden que ellas también deben dejar de hacerlo.