"Parecía débil en el juicio, su cuerpo temblaba incontrolablemente y su voz era frágil y temblorosa". Loujain Alhathloul, la incansable activista saudí por los derechos de la mujer, no parecía ella durante su comparecencia judicial este miércoles. Su hermana Lina ha anunciado la transferencia de su caso de un tribunal penal ordinario a uno de terrorismo. Varias organizaciones internacionales han denunciado este gesto como un intento de escalar el caso ante la presión internacional por su liberación y el cambio de administración en Estados Unidos.

Alhathloul es una de las cuatro activistas por los derechos de las mujeres saudís que comparecieron ante el juez. Nassima al-Sadah, Samar Badawi y Nouf Abdelaziz protagonizaron esta rara vista judicial junto a Loujain, que se ha convertido en la cara visible de los defensores de derechos humanos saudís encarcelados por el régimen de Mohammad bin Salman. "¿Cómo de creíble es que después de más de un año de ser juzgada en el tribunal penal, el juez dice ahora que tiene una falta de jurisdicción y la transfiere al tribunal de terrorismo?", se ha preguntado Lina al Hazlul.

"Loujain aún no tiene pruebas de la acusación", ha recordado su hermana, "han pasado casi tres años desde que ha permanecido en prisión preventiva y debería ser puesta en libertad". La activista, de 31 años, fue detenida en el 2018 unas semanas antes del levantamiento de la prohibición de conducir a las mujeres saudís. Alhathloul, quién había liderado la campaña contra esta privación, fue arrestada junto a una docena de activistas, muchos de ellos aún en prisión.

Pero las autoridades saudís desmientan que esa fuera la causa de su detención. "Esa idea es absurda", ha declarado el ministro saudí de Asuntos Exteriores, Adel Jubeir. "Loujain Alhathloul fue detenida por cuestiones relacionadas con la seguridad nacional, el trato con entidades extranjeras, el apoyo a entidades hostiles a Arabia Saudí", ha dicho a la BBC.

Aunque pocos cargos contra las activistas se han hecho públicos, los de Alhathloul incluyen comunicarse con periodistas extranjeros, intentar solicitar un trabajo en las Naciones Unidas y atender un curso sobre privacidad digital, según su familia. Durante los más de dos años que lleva en prisión, al Hazlul ha sido víctima de abusos como descargas eléctricas, azotes y agresiones sexuales. Junto a sus compañeras, han sido sometidas a regímenes de aislamiento durante meses. Las autoridades saudís niegan las acusaciones de torturas.

Cambio con Biden

"Loujain dijo que terminó su huelga de hambre después de dos semanas de haberla iniciado el 26 de octubre, ya que los guardias la despertaban cada dos horas, día y noche, como una táctica brutal para quebrantarla", ha tuiteado la cuenta de Amnistía Internacional en el Golfo. "Sin embargo, ella está lejos de estar rota". Son muchas las organizaciones internacionales que han usado la cumbre del G-20 celebrada en Arabia Saudí para denunciar las violaciones constantes de derechos humanos y el encarcelamiento de activistas.

Más ruido

Ante la presión internacional creciente, algunas oenegés mantenían la esperanza de que en un gesto de buena voluntad, las autoridades saudís liberaran a estas mujeres. Pero no fue así. "En cambio, en un movimiento perturbador, transfirieron su caso al Tribunal Penal Especializado; una institución utilizada para silenciar la disidencia y conocida por dictar largas penas de prisión tras juicios con graves fallos", ha denunciado Amnistía en un comunicado.

Desde su propio activismo, Lina Alhathloul ha insistido en la necesidad de mantener esta causa en el ojo público. "Cuando estábamos en silencio y el mundo no sabía nada de ella, estaba siendo torturada en una prisión no oficial" ha recordado,"cada vez que no hacemos ruido, la ponen en confinamiento solitario". Por ahora, el ruido que empezó a hacer Loujain no llega hasta los despachos del poder.