La carrera a la nominación demócrata va para largo. En solo cuatro días, todo ha cambiado radicalmente: Joe Biden ha vuelto, como si resucitara entre los muertos, una remontada que recuerda a la que protagonizó Bill Clinton en las primarias de 1992. El veterano león del Senado, vicepresidente con Barack Obama e icono del 'establishment' demócrata, ha ganado esta madrugada la mayoría de los 15 estados y territorios del Supermartes, la más importante de las jornadas de estas primarias. Los resultados son todavía preliminares y no habría que descartar que Bernie Sanders acabe conquistando la mayoría de delegados si se confirma su victoria en California y Tejas, los premios gordos de la noche, pero su condición de indiscutible favorito es ya cosa del pasado.

Como pasó hace cuatro años, la pelea vuelve a ser cosa de dos: un insurgente que propone una transformación casi revolucionaria del capitalismo estadounidense contra un hombre del aparato que apuesta por devolver el civismo a la Casa Blanca y remozar gradualmente el sistema. Este Supermartes solo aplaza la decisión definitiva porque no se espera que haya una grandísima diferencia de delegados entre Biden y Sanders, el factor que decidirá finalmente al candidato en julio. Lo que no quita que estas fuera una gran noche para el primero. Biden barrió en Alabama, Virginia, Tennessee y Carolina del Norte. Ganó holgadamente en Arkansas, Oklahoma y Minnesota. Y dio la sorpresa imponiéndose en el bastión progresista de Massachusetts.

En total ocho estados ganados, frente a los cuatro de Sanders. Maine y Tejas están todavía por decidirse, mientras que en el territorio de la Samoa Americana se impuso Michael Bloomberg, quien tuvo una noche bastante discreta pese a los más de 500 millones de dólares que lleva gastados de su bolsillo en esta campaña. "Es una buena noche y cada vez se está poniendo mejor", dijo un rejuvenecido Biden a sus seguidores en California, antes de fustigar a todos aquellos que dieron sus ambiciones por muertas tras los desastrosos resultados que obtuvo en los tres estados que abrieron las primarias.

Su nueva vida comenzó el sábado, cuando se impuso de forma incontestable en Carolina del Sur, espoleado por el voto negro. Pero todo se aceleró en las últimas 48 horas, con los movimientos tectónicos que ansiaba el establishment del partido para frenar a Sanders. Sus principales rivales por el voto moderado, Pete Buttigieg y Amy Klobuchar, no solo abandonaron la carrera, sino que ofrecieron todo su respaldo a Biden para consolidar el voto centrista en un solo candidato. Todo parece indicar que fue un 'game changer', uno de esos movimientos capaces de alterar profundamente la trayectoria de estas primarias. "Ahora son todos contra nosotros", dijo resignada la campaña de Sanders en un correo enviado el martes a sus donantes.

El socialdemócrata no ha dicho la última palabra. Ganó cómodamente en California, que repartirá 415 de los 1.357 delegados de la noche, barrió en su feudo de Vermont y se impuso en Utah y Colorado. En Tejas todo apuntaba a un empate técnico con Biden. Unos resultados mejorables que, sin embargo, no hicieron aparentemente mella en el ánimo del veterano senador independiente. "Esta noche puedo aseguraros con absoluta confianza que vamos a ganar la nominación demócrata y vamos a derrotar al presidente más peligroso de la historia de este país", dijo Sanders en Vermont.

Los dos contendientes que deja este Supermartes tienen 78 años, lo que no dice nada bueno de la política estadounidense, comandada por una gerontocracia. En la Casa Blanca y en el Congreso o en esta carrera para la nominación demócrata. Pero las coaliciones electorales que ambos han levantado no podrían ser más diferentes. Como volvieron a ratificar los sondeos a pie de urna, Sanders es el candidato de los menores de 45 años y particularmente de los millenials, a lo que se ha unido también el voto hispano. Biden, en cambio, es el caballo ganador de los afroamericanos, agradecido por sus servicios a Obama, de los pensionistas y los votantes en plena madurez. Es el ideallismo contra el pragmatismo, el futuro contra el pasado, una brecha generacional e ideológica que está marcando estas primarias.

Este resultado prolonga el momento de Biden, que debería beneficiarse de la cobertura mediática para recabar las imprescindibles donaciones que necesita para seguir siendo competitivo. Tiene también de su parte el calendario electoral más inminente. Pero la jornada sirvió a su vez para constatar que la entrada en escena de Bloomberg solo le resta votos. Sin tener una noche que otorgue credibilidad a su candidatura, el ex alcalde de Nueva York superó en seis estados, así como en Samoa, el 15% de los votos, el umbral necesario para participar en el reparto de delegados. Unos votos que, en otras circunstancias, podrían haber ido para Biden.

La gran decepción volvió a ser Elizabeth Warren, que no pasó del tercer puesto en ningún estado, ni siquiera su feudo de Massachusetts. Aunque ha prometido continuar hasta la Convención, las opciones de la senadora progresista son prácticamente nulas. Su eventual retirada sería una bendición para Sanders, que necesita ampliar su porcentaje de votos. Este martes rondó una media del 30%.