Hay un periodo claro en el que el Reino Unido en general y Londres en particular se convierten en el centro del mundo: la larga era victoriana (1837-1901, los años de reinado de Victoria, también emperatriz de la India desde 1877 hasta su muerte). Época infame y gloriosa a partes iguales, tuvo la suerte de que su lado infame fue transformado en glorioso por una cultura, mayormente literatura y prensa, a menudo en comandita, más poderosa que su Armada (los HMS, iniciales de 'His/ Her Majesty Ship') y su marina mercante (esos 'clippers' imbatibles) juntas.

A contrapelo, novela publicada por el francés Joris-Karl Huysmans en 1884, ofrece un ejemplo maravilloso de lo dicho y de pionera anglofilia, esa simpatía tirando a religiosa por lo británico que a partir de la década de 1960 empujaría a miles y miles de jóvenes de todo el mundo a aceptar gustosamente deslomarse como friegaplatos, 'au pairs' y otros curros basura con tal de sobrevivir en Londres.

Lección de crítica cultural

El duque Jean Floressas des Esseintes, alter ego de Huysmans, decide en 'A contrapelo' entregarse a una vida de asceta exquisito tras años de disipación. A tal efecto se acondiciona un refugio con todo lo necesario para la satisfacción de los sentidos y el intelecto. Feliz está el hombre en su nido mientras dicta una lección magistral de crítica cultural, si bien ocasionalmente le sobreviene algún ataque de melancolía.

Entonces sucede algo impensable: la lectura de Charles Dickens le impele a emprender viaje a Londres. La lluvia parisina se suma al combustible dickensiano y desfila ante sus ojos "un Londres lluvioso, colosal, inmenso, oliendo a hierro fundido y a hollín de fábrica, y humeando sin cesar en medio de la niebla".

La ensoñación de Des Esseintes prosigue: "Hileras de muelles se extendían hasta perderse de vista, repletos de grúas, de cabestrantes, de fardos de mercancías, en los que pululaban enjambres de hombres encaramados sobre los mástiles o sentados a horcajadas sobre las vergas, mientras que abajo, en los muelles, otros hombres aparecían inclinados, y con el trasero elevado empujaban toneles que hacían rodar hasta las bodegas".

De camino a la estación de tren, Des Esseintes se detiene en una librería, una taberna y una fonda inglesas de París. Estimulado por libaciones de amontillado y ale, su cerebro continúa proyectando la película de un Londres monstruoso, febril y fascinante. Tan satisfactoria es la fantasía en la que se ha sumido que decide dar media vuelta y volver a su fortín para no llevarse un chasco con el Londres real.

Todo esto lo logra solito Dickens, un portento, sí, pero que no estaba ni mucho menos solo en la conversión de la niebla contaminada, el Támesis putrefacto, la miseria, el tumulto, los páramos helados y tantos otros elementos en principio repelentes en elementos de un fresco irresistible (en el que también abundaban confortables singularidades isleñas). Una plétora invencible de escritores ayudó a construir ese imaginario en la era victoriana y más allá.

Comunión nacional

Avanzamos casi 60 años, pasando por alto dos guerras mundiales y la pérdida de colonias, y nos plantamos en 1959, año de publicación de 'Principiantes', novela de Colin MacInnes que funciona como pórtico de entrada en la era pop. Que es básicamente la conquista de identidad y alegría por parte de una juventud cuyos padres entregaron "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor" en la segunda guerra mundial, como exigió el primer ministro Winston Churchill. Sin obtener después nada a cambio. Una juventud que ha crecido en un país triste y socialmente inmóvil, con la devastación causada por los 'blitz' de la Luftwaffe todavía muy presente, particularmente en la capital. La música es el vehículo principal para alcanzar identidad y alegría, y a partir de ese momento se convierte en algo sagrado en el Reino Unido. Con los Beatles al frente, vuelven a dominar el mundo.

Nuevo salto temporal. En 'El corazón de Inglaterra' (2019), Jonathan Coe examina las tensiones sociales y las intenciones políticas que condujeron al 'brexit' a partir del microcosmos familiar y de amistades del protagonista, alguien muy parecido a él. La novela es una cirugía precisa de lo ocurrido. En el 2012 ya hay indicios de que algo va mal, pero Coe relata un episodio de comunión nacional: la ceremonia de inauguración de los JJOO de Londres del 2012, edificada sobre una cultura genuinamente popular. Y no solo en el Reino Unido. La homenajeamos con 100 motivos para amarla eternamente.