Bolivia inició una nueva era política con el nombramiento de Eduardo Rodríguez como presidente, un paso decisivo que podría aliviar el grave conflicto social que vive esta nación andina, ahogada por las protestas y los bloqueos.

La designación como jefe del Estado boliviano del hasta la víspera presidente de la Corte Suprema de Justicia, el abogado Eduardo Rodríguez, fue de todas las posibilidades que se planteaban la que otorga los mejores augurios.

O al menos así lo creen los miles de bolivianos que desde hace semanas ocupan las calles de las ciudades de El Alto y La Paz y mantienen bloqueadas las principales carreteras del país, en demanda de la nacionalización de los hidrocarburos y la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

A estas peticiones se unió en los últimos días la exigencia popular de que el sucesor de Mesa, quien presentó su dimisión el lunes acosado por las protestas, fuera Rodríguez, el único de los herederos constitucionales a la Presidencia con potestad para convocar elecciones anticipadas.

Los convocantes de las protestas habían anunciado que si los primeros en la línea sucesoria, los presidentes del Senado, Hormando Vaca Díez, y de la Cámara de Diputados, Mario Cossio, asumían el cargo estaba asegurada la guerra civil.

El propio Mesa coincidió con los líderes sociales en que la única solución para evitar un baño de sangre era la designación de Rodríguez, para que los bolivianos tuvieran la oportunidad de ir a las urnas y elegir democráticamente al nuevo Gobierno.

Aún así, los convocantes de las protestas no piensan renunciar a sus demandas y entienden que el Gobierno de Rodríguez será de transición.

Rodríguez asumió que su misión es transitoria y además dijo que Bolivia precisa de una renovación al anunciar que convocará comicios generales.

Tras la designación del nuevo presidente, y desde La Paz, el ya ex mandatario Carlos Mesa le deseó éxito y le ofreció su colaboración; además de mostrarse confiado en que "esta decisión permita en pocas horas que las ciudades de La Paz y El Alto vuelvan a la normalidad".

"Recibí un país en un momento difícil y lo dejo en un momento difícil", dijo Mesa a un grupo de periodistas congregados a las puertas del Palacio de Gobierno que el ex gobernante ha ocupado en los últimos 20 meses y que abandonó pasada la medianoche.

Mesa, quien también dijo que se iba satisfecho por su trabajo y pidió disculpas si es que los bolivianos consideran que en su gestión se equivocó, consideró que "el país necesita más que nunca el esfuerzo de los ciudadanos" y aventuró que "es posible el diálogo".

En los alrededores de la céntrica Plaza Murillo se agruparon algunos grupos de campesinos para celebrar la nueva era, y no tanto por la designación de Rodríguez como presidente, sino por la cadena de renuncias que impidieron el ascenso al poder del controvertido Vaca Díez.

Los campesinos que salieron a las calles de La Paz para celebrar esta nueva etapa política mostraron su esperanza en que ahora están más cerca de la consecución de sus demandas.

No obstante, habrá que esperar para constatar si efectivamente los campesinos, obreros, maestros y mineros vuelven a sus casas o mantienen sus medidas de presión en las calles.

Lo cierto es que las ciudades de La Paz y El Alto necesitan un respiro porque el desabastecimiento de productos de primera necesidad y combustible está asfixiando a sus poblaciones.

Por el momento, el presidente de la Federación de Juntas Vecinales de El Alto, Abel Mamani, anunció que en esta urbe proseguirá la huelga general iniciada hace más de tres semanas.

Morales concede

El líder indígena y dirigente cocalero Evo Morales, diputado del Movimiento Al Socialismo e impulsor de las protestas en Bolivia, concedió ayer una tregua al nuevo presidente, Eduardo Rodríguez, hasta que conforme su gabinete.

El presidente del MAS anunció la decisión de los movimientos sociales en la ciudad de Sucre y recordó que Rodríguez lidera un gobierno "de transición" y debe anticipar elecciones generales.

No obstante, manifestó que esa tarea no le exime de atender las reivindicaciones sociales, como la convocatoria a una Asamblea Constituyente y la nacionalización del gas natural y el petróleo.