El Gobierno austríaco, controlado por el Partido Popular, ha perdido este lunes la confianza del Parlamento y ha sido destituido a causa del 'caso Ibiza', un escándalo de corrupción que afecta al ultranacionalista FPÖ y que ha provocado la ruptura de la coalición entre los dos partidos y el adelanto electoral.

La caída del Gobierno se produce después de que el Partido Popular (ÖVP) del canciller federal, Sebastian Kurz (ÖVP), ganara las elecciones europeas de este domingo con el 34,9 % de los votos.

La coalición formada en diciembre de 2017 por Kurz con los ultranacionalistas saltó por los aires el pasado 19 de mayo por el polémico vídeo grabado en Ibiza en verano de 2017.

En esas imágenes, emitidas por dos publicaciones alemanas el día anterior, se ve al entonces vicecanciller y exjefe del FPÖ Heinz Christian Strache prometer favores políticos y contratas públicas a una supuesta millonaria rusa a cambio de donaciones ilegales para su partido.

En la votación de este lunes 110 diputados lo hicieron a favor de destituir a Kurz y su gabinete de ministros, entre ellos cuatro expertos independientes que sustituyeron la semana pasada a cuatro ministros del FPÖ.

Solo 71 parlamentarios, entre ellos 61 del ÖVP y 10 del opositor partido liberal Neos, votaron a favor de mantener al Gobierno de expertos de Kurz hasta las elecciones adelantadas en septiembre.

Dos diputados independientes se abstuvieron.

Durante el debate parlamentario, Kurz acusó al FPÖ y al socialdemócrata SPÖ de actuar movidos por "deseos de venganza" y aseguró que "nadie en el país puede comprender" la moción.

Es la primera vez que un Gobierno austríaco es destituido desde 1945.

El presidente del país, Alexander van der Bellen, designará ahora a un nuevo Ejecutivo de transición y un jefe de Gobierno hasta las elecciones anticipadas que, probablemente, se celebraran en septiembre.

Amago de mantener el acuerdo

La publicación del vídeo de Strache generó una reacción en cadena que ha acabado provocando la crisis política más grave en Austria de las últimas siete décadas.

Tras dimitir Strache de sus cargos en el partido y como vicecanciller, Kurz hizo un amago de mantener el acuerdo con los ultras, que se vino abajo al requerir también la salida del polémico ministro del Interior, Herbert Kickl.

Al no dejar el cargo voluntariamente, Kurz forzó su destitución, que fue seguida por la salida del Ejecutivo de cuatro de los cinco ministros ultras y sus sustitución por expertos.

Mientras la oposición de izquierdas ha responsabilizado a Kurz de traer a los ultras al Gobierno y de tratar luego de acumular poder para acudir con ventaja a las elecciones, desde el FPÖ se le ha acusado de dinamitar la coalición por ambición personal.

Kurz, por su parte, ha defendido el trabajo realizado por el Ejecutivo en los 17 meses que ha estado activo y, ya en modo electoral, ha asegurado en los últimos días que sólo él y su partido pueden garantizar la estabilidad.