Los 24 acusados de decapitar a dos turistas escandinavas el pasado 17 de diciembre en Marruecos comparecieron este jueves por vez primera ante el juez del Tribunal de Apelación de Salé, encargado de casos de terrorismo, y casi todos ellos se declararon insolventes, según constató Efe.

Por esa razón, el juez tuvo que nombrar sobre la marcha a abogados de oficio que representarán a veinte de ellos; los letrados solicitaron un plazo para preparar sus defensas, y finalmente el juez estableció el próximo 16 de mayo como fecha para reanudar el proceso.

Los acusados son los tres presuntos autores y otros 21 considerados cómplices, entre ellos el hispanosuizo Kevin Zoller Güervos, un joven de 25 años al que las autoridades acusan de adiestrar a varios de los demás en el manejo de armas y en el uso de aplicaciones telefónicas para comunicarse sin dejar rastro.

Los 24 fueron detenidos en los días siguientes al asesinato de la estudiante danesa Louisa Vesterager Jespersen, de 24 años, y de la noruega Maren Ueland, de 28, decapitadas dentro de la tienda de campaña donde pernoctaban antes de ascender a la cumbre del Toubkal, la montaña más famosa de Marruecos por ser la cumbre de la cadena del Atlas.

La mayor parte de los acusados lucían hoy las típicas barbas, y en algunos casos la gorra pegada a la cabeza típica de los salafistas (creyentes en un islam rigorista), pero en ningún momento hicieron proclamas religiosas o ideológicas, ni durante su entrada en la corte ni en el curso de la audiencia.

Sin embargo, tres de ellos, los considerados autores materiales de la decapitación, grabaron un vídeo previo al crimen de diciembre en el que proclamaban su lealtad al grupo yihadista Estado Islámico, y las autoridades marroquíes sostuvieron que todos formaban "una gran estructura" seguidora de esa organización terrorista.

El acusado que hoy más desentonaba en el grupo era Kevin Zoller, que contaba con un abogado propio y estaba representado además por la presidenta en Suiza de Abogados Sin Fronteras, Saskia Ditisheim.

También la madre de Kevin, la española Gema Güervos, estuvo presente en la sala y trató por todos los medios de rebatir ante los periodistas todas las acusaciones proferidas contra su hijo.

Güervos, residente en Ginebra desde hace 35 años, aseguró a Efe que su hijo "fue obligado a firmar un interrogatorio policial lleno de acusaciones falsas", y negó todos los cargos que se imputan: según ella, ni siquiera conoce a los otros acusados salvo a uno de ellos,"al que vio en dos ocasiones", pero que resultó ser el "emir" de la supuesta célula terrorista, Abdesamad Joud.

"Mi hijo no es un fanático -dijo la madre-: le gusta el fútbol, la música y fumar canutos. Si antes iba a la mezquita, ahora había dejado de ir y rezaba en casa. Incluso se saltaba algunos de los rezos. Luego dicen que convirtió a sus familiares, ¡por favor!, mira mis tatuajes", añadió.

"¿Cómo va a instruir Kevin a otras personas en aplicaciones telefónicas si es un torpe con la informática? ¡Si hasta yo le tenía que comprar los billetes de avión!", exclamó.

Kevin se convirtió al islam a los veinte años tras una adolescencia problemática; al año siguiente, en 2015, se trasladó a Marrakech "en busca de una mujer honesta", que resultó ser Fatima, también presente en el tribunal y que negó cualquier rasgo de fanatismo en su marido.

"Lleva desde la adolescencia tratándose con un psicólogo por su adicción a las drogas -insistió Fatima-. ¿Puede alguien así ser un fanático?, se preguntó.

Vestido con una camiseta del club Raja de Casablanca y sin la barba típica de los salafistas, Kevin compareció obediente ante el juez. Es sin duda el personaje que más atención despierta en la sala: las autoridades marroquíes sostienen que trató incluso de unirse a la yihad en Siria.

El asesinato de las dos turistas escandinavas ha despertado un interés inusitado en Marruecos: a la sesión de hoy asistieron periodistas de Suiza, interesados en el caso de Kevin, y de Noruega y Dinamarca, países donde la brutal muerte de sus ciudadanas tuvo un gran impacto.

La decapitación de las dos turistas puso fin a más de siete años en los que no se habían registrado atentados terroristas en Marruecos, gracias, entre otras cosas, a las continuas detenciones de células terroristas seguidoras del Estado Islámico.