Estados Unidos vuelve a las urnas este martes 6 de noviembre para unas elecciones de mitad de mandato o 'midterm' que llegan con una expectación inusitada. La primera gran votación desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, en la cual se renovará toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, revelará la capacidad de reacción de un Partido Demócrata desnortado desde hace años.

La victoria de Trump hace dos años redibujó un escenario político donde ya pocos se atreven a dar nada por sentado. Los viejos parámetros no siempre sirven y un ejemplo de ello podrían ser estas elecciones legislativas, que el presidente ha intentado llevar a su terreno para llamar a la movilización y consolidar su actual poder.

La cita de este martes es considerada como un "referéndum" para el presidente norteamericano y una cita clave para los demócratas, que aspiran a hacerse con alguna de las cámaras del Congreso, ahora en manos republicanas.

Los 435 escaños de la Cámara de Representantes más un tercio de los cien asientos del Senado están en juego, así como más de una treintena de gobernaciones y cientos de cargos públicos estatales y locales.

Los comicios se presentan como una oportunidad para las demócratas, después de la debacle de las de las elecciones de 2016, cuando no sólo perdieron la presidencia del país, sino que los republicanos también afianzaron su control en ambas cámaras del Capitolio.

¿Qué se vota?

EEUU celebra cada cuatro años unas elecciones de mitad de mandato o 'midterm'. Se renuevan 36 gobernaturas de los 50 Estados además de la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.

El Partido Republicano controla actualmente las dos cámaras, pero los últimos sondeos auguran cambios. De hecho, el escenario más probable con que trabajan los analistas es que la mayoría de los 435 escaños de la Cámara de Representantes caerán en manos de los demócratas, lo que daría a estos margen de actuación para promover iniciativas legislativas y poner coto a Trump.

En la cámara baja del Congreso, los republicanos disponen actualmente de una cómoda mayoría (236 representantes del partido de Trump contra 193 demócratas, con seis vacantes). Para recuperar el control de la Cámara, los demócratas deben ganar 23 escaños adicionales.

En el Senado, sin embargo, el Partido Demócrata lo tiene más complicado. En esta cámara, que cuenta con 100 representantes (dos por cada uno de los 50 estados de la Unión), se disputan 35 escaños. Los republicanos ostentan una ajustada mayoría de 51 contra 49. Pero la disputa electoral se anticipa difícil para los demócratas, pues deben defender 26 escaños, seis de las cuales se ven amenazados, contra solo nueve de los republicanos. Los senadores se eligen por un periodo de seis años y asumirán el cargo el próximo enero.

Composición de las cámaras legislativas en EEUU y escaños en juego

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A favor y en contra de Trump

Desde la Guerra Civil norteamericana, en 35 de los 38 comicios de medio mandato la peor parte se la ha llevado el partido que ostenta la Casa Blanca, por lo que un retroceso republicano entraría dentro de la lógica histórica y no tendría por qué verse como una derrota directa de Trump, especialmente si los demócratas no logran una victoria clara.

A favor de Trump juegan una economía en alza -empañada por los vaivenes bursátiles- y una base movilizada, si bien está por ver cómo se traducen en votos las distintas posiciones de partidos y candidatos en temas clave como la sanidad, la inmigración, la educación o las armas. También hay "un aumento de la emoción y la atención mediática", aunque no está claro de qué lado caerá, según las fuentes de la Embajada.

El presidente estadounidense tiene en su contra sus bajos niveles de popularidad y los de su Gobierno. Según Real Clear Politics, un 51,9 por ciento de los estadounidenses valora negativamente la gestión de la actual Administración, mientras que la aprobación de Trump ronda el 44 por ciento.

¿Por qué son tan importantes estas elecciones?

A juicio de la investigadora del Real Instituto Elcano Carlota G. Encina, estas elecciones representan para los ciudadanos la posibilidad de demostrar que "Estados Unidos es algo más que la Casa Blanca", algo que, según el también investigador Paul Isbell, se traducirá en un "mapa mixto" donde los dos grandes partidos se verán abocados a convivir, dentro del histórico contexto de 'check and balance' (control y equilibrio) entre distintos poderes.

¿Qué pasará tras las elecciones legislativas?

Pase lo que pase, el 7 de noviembre Estados Unidos amanecerá con un escenario nuevo. Si se cumplen los pronósticos y el Partido Demócrata recupera la Cámara de Representantes, este órgano serviría como altavoz de iniciativas legislativas y escenario de una posible renovación de la formación que gobernó durante ocho años hasta la llegada de Donald Trump.

El Partido Demócrata, sin grandes figuras, se vería abocado a decidir a quién pone al frente de la Cámara Baja y, en última instancia, a elegir entre volver a situar como presidenta a Nancy Pelosi u optar por una renovación, tanto de cara como de edad, optando por un nuevo perfil. Eso es "política dentro de la política", ironizan las fuentes de la Embajada.

Carlota G. Encina confía en que, con un Congreso parcialmente en manos demócratas, este órgano clave en la estructura institucional de Estados Unidos dé pie a otro enfoque legislativo y a nuevos mensajes en materia de política exterior. En cuanto a medidas concretas, la investigadora no descarta luchas simbólicas como un juicio político contra el juez del Tribunal Supremo Brett Kavanaugh, cuestionado por sospechas de abusos a mujeres.

¿Resurgirá la sombra del impeachment?

La sombra del 'impeachment' o juicio político que sobrevuela Washington prácticamente desde el inicio del mandato de Trump también podría resurgir, si bien a estas alturas pocos ven probable que el Partido Demócrata se lance a una aventura de horizonte incierto que necesitaría para salir adelante del apoyo de dos tercios de los senadores y que, en el mejor de los casos, auparía a Mike Pence a la Presidencia.

Para Trump, un hipotético 'impeachment' daría alas a su encendido discurso contra los demócratas y sobre supuestas conspiraciones contra su figura.

Participar no siempre es fácil

La regulación electoral recae en manos de los estados, a los que corresponde desde diseñar las circunscripciones a establecer los requisitos para poder votar, marcando qué documento aceptan las autoridades para que un votante se identifique como tal. En Texas, por ejemplo, se puede votar con la licencia de armas pero no con el carné de estudiante.

Tres de cada diez personas consideran que las personas de menos ingresos tienen más complicado que el resto participar en este tipo de procesos, según un reciente sondeo del Pew Research Center. Un 27 por ciento piensa que el sistema perjudica a los hispanos, mientras que un 17 por ciento cree que la comunidad afroamericana sale perjudicada.

El "mito del fraude electoral" esgrimido por los republicanos --y por el propio Trump tras los comicios presidenciales-- y el miedo a una supuesta injerencia exterior amenazan también con afectar a la jornada, en la medida en que no todos creen que su voto vaya a ser tenido en cuenta o los resultados no vayan a ser manipulados.

Según la encuesta, un 55 por ciento de los estadounidenses consideran que el sistema electoral no es inmune a ciberataques y un 67 por ciento teme una interferencia de un país extranjero. Todo ello cuándo aún están por concluir las investigaciones sobre la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016, descritas por Trump como una "caza de brujas".