Al menos diez personas han muerto este martes tras la explosión de una furgoneta en un puesto de control militar en el sur de Filipinas, en un ataque que los funcionarios han asegurado que podría haber sido llevado a cabo por milicianos vinculados al grupo yihadista Estado Islámico.

La explosión se ha producido poco después de que las tropas detuvieran el vehículo y hablaran con el conductor, según un funcionario de la isla de Basilán y un informe de incidentes militares.

Los bombardeos de vehículos son poco comunes en el sur de Filipinas, a pesar de las décadas de violencia separatista e islamista y la inestabilidad que ha atraído a extremistas extranjeros.

"No sabemos cuál era el objetivo, pero fue detonado de forma prematura", ha señalado el teniente coronel Mon Almodóvar, según ha recogido la cadena ANC.

Un soldado, cinco milicianos y cuatro civiles, entre ellos una madre y su hijo, han fallecido. Otros han resultado heridos, pero se desconoce el número exacto de víctimas.

El gobernador de Basilán, Jim Saliman, ha asegurado que había recibido informes de que Abu Sayyaf era responsable del ataque, pero no ha ofrecido más detalles.

Basilán es una zona prohibida para la mayoría de los filipinos y los países occidentales suelen advertir a sus ciudadanos que se mantengan alejados de la zona debido a la presencia de Abu Sayyaf y las feroces ofensivas militares contra sus combatientes.

El presidente filipino, Rodrigo Duterte, estuvo en una isla vecina este fin de semana y ofreció conversaciones de paz con varias facciones de Abu Sayyaf.

La oferta de Duterte se produjo dos días después de que aprobara una ley que permitía a los musulmanes minoritarios de la región crear una nueva zona autónoma con sus propios poderes políticos y económicos.