La noticia de que los niños tailandeses atrapados seguían con vida tras nueve días desaparecidos provocó escenas de celebración esta semana. Sin embargo, desde ese momento la atención se ha centrado en cómo lograrían rescatar a los miembros del equipo de fútbol juvenil y su entrenador.

Los cuerpos de rescate se están encargando de repartir provisiones a los escolares. De esta forma, se abre la duda de por qué los buzos pueden acceder a la ubicación, pero los jóvenes no pueden abandonar la cueva.

Complicada úbicación

En primer lugar, hay que tener en cuenta que los niños se encuentran a unos dos kilómetros de la salida y entre 800 metros y 1 km bajo la superficie. Además, existe el riesgo de que el nivel del agua pueda seguir aumentando y poner en riesgo la vida de los pequeños, ya que están situados en una diminuta cuesta seca, llena de barro y rodeada de agua. Por ese motivo, cualquier temporal de lluvias puede afectar al proceso de recuperar al grupo.

Por otro lado, una pregunta que surge es por qué los chicos no pueden escapar por el lugar que entran los buzos para facilitarles provisiones. El problema se encuentra principalmente en ese mismo recorrido que hacen los buzos: oscuro y lleno de agua fangosa que fluye sin parar. Un trabajador ya ha fallecido en estas incursiones, por lo que las dificultades son evidentes para acceder a la cueva. Por si fuera poco, en caso de que los niños no sepan nadar todo se complicaría aún más.

¿Se puede esperar cuatro meses?

Estas son las razones que los expertos consideran suficientes para la decisión de enviar provisiones para cuatro meses. Esta medida se puede interpretar como una señal de que las autoridades encargadas del rescate están pensando en esperar a que la temporada de lluvias cese para proceder a la recuperación del equipo.

Sin embargo, esta opción que se baraja podría no ser la adecuada. Tim Taylor, experimentado explorador de océanos y experto en robótica subacuática, ha puesto en duda la viabilidad de este procedimiento debido al tipo de roca de la cueva: "Es una esponja gigante, así que si el agua se eleva en cualquier lugar de la capa freática, afecta a todo el sistema de cuevas".

Taylor también ha querido dar un halo de esperanza. "No tienes que nadar para bucear. El equipo hace el trabajo por ti, solo tienes que sentirte cómodo... para superar ese miedo y aprender. Eso es lo que será difícil de enseñar", ha advertido, insinuando la necesidad de entrenar a los niños para que salgan por si solos de la cueva.