Entre los más de mil franceses radicalizados que viven en Siria o Irak se encuentran niños nacidos allí "que no han escogido" vivir una situación que preocupa a sus abuelos, que exigen desde Francia que sus nietos sean repatriados para poder acogerlos.

"Es urgente repatriar a los niños que no han escogido esa situación de guerra", insistió uno de los miembros del Colectivo Familias Unidas, Thierry Roy, padre de uno de los 1.700 franceses que desde 2014 se han unido a las filas del grupo yihadista Estado Islámico, que se atribuyó el apuñalamiento mortal de una persona ocurrido en parís el pasado día 12.

Roy, a quien le comunicaron la muerte de su hijo en enero de 2016, insistió en que son conscientes de que estos jóvenes "deben rendir cuentas a Francia", pero tiene claro que "no se debe juzgar a un niño por lo que hayan podido hacer sus padres".

Su colectivo, que hasta ahora no se había expresado públicamente, denunció también la peligrosa situación que viven estos menores en contextos como la guerra de Siria, que desde 2011 ya ha causado más de 350.000 muertos.

"Pueden morir en cualquier momento", afirmó conmovida Lydie Maninchedda, otra de las madres que conforman este grupo al que ya se han unido unas cincuenta familias de todo el país.

Su hija Julie se radicalizó a los 20 años "manipulada por los reclutadores del Estado Islámico" y desde entonces ha tenido dos hijos en una zona controlada por el grupo terrorista.

Esta madre y abuela insistió en que sus nietos "están traumatizados", por lo que espera que sean repatriados junto con su hija, con la logró contactar hace poco tras dos años sin noticias de ella.

Coincidió con ella la abogada Marie Dosé que lleva casos de algunas mujeres detenidas en el Kurdistán sirio, quien consideró que deben ser repatriadas pues "nacieron en Francia" y por lo tanto son el producto del "fracaso republicano".

"Estas mujeres son nuestro fracaso, por lo que debemos juzgarlas nosotros", concluyó Dosé, una de las abogadas de las familias que en enero presentaron una denuncia contra las autoridades francesas acusándolas de inacción pese a conocer el "riesgo" que corren.

El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró el pasado noviembre que la posible repatriación desde Siria e Irak de menores y mujeres franceses vinculados al yihadismo se examina "caso por caso".

Según datos del colectivo, ya se han repatriado a unos 70 menores, pero todavía quedan unos 1.200 franceses en la zona, entre quienes les consta que hay niños.

Pero su retorno genera inquietud por la posibilidad de que cometan atentados en un país marcado por los ataquesque suceden desde 2015.

Una vez en territorio francés, los menores no pasan directamente a ser acogidos por sus familias biológicas, sino que estas deben pasar una serie de controles para ver si son aptas para asumir la custodia de los pequeños en caso de que lo soliciten.

Otro de los abogados presente junto a las familias, Martin Pradel, opinó que "los poderes públicos se desinteresan de los más pequeños", y destacó que sus abuelos son los "últimos portavoces" que les quedan.

Pradel lamentó que la opinión pública haya pasado de comprender a culpar a estas familias, "que no son en modo alguno responsables".

"Somos los primeros afectados por la ideología yihadista que ha robado el cerebro de nuestros niños", apuntó Véronique Roy, quien recordó que se calcula que hay unas 20.000 personas radicalizadas en el territorio francés.

Su marido Thierry insistió en que sufren el "estigma" de ser los padres de un joven que se radicalizó, y dijo que ofrecieron a su vástago "una educación basada en la apertura de espíritu".

Roy contó que les acusan de ser "familias disfuncionales" en la educación de sus hijos o incluso de ser "compasivos con esa ideología extremista".