El himno de Estados Unidos y el embajador de ese país ante Israel, David Friedman, dieron inicio hoy a la ceremonia de la histórica inauguración de la embajada estadounidense en Jerusalén.

"Hoy abrimos la embajada de los Estados Unidos en Jerusalén, Israel", dijo el embajador frente al presidente israelí, Reuvén Rivlin, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y la delegación estadounidense enviada por Donald Trump, que incluye a su hija Ivanka y su marido Jared Kushner.

Estados Unidos es el primer país en tener su representación diplomática ante Israel en Jerusalén desde 2006, después de que los países las retiraran cuando la comunidad internacional lo pidió por la anexión israelí en 1980 de la parte ocupada palestina, no reconocida internacionalmente.

Jerusalén, 'fuera del tablero'

Los israelíes ven en la decisión estadounidense el reconocimiento de una realidad histórica de 3.000 años para el pueblo judío. Esta coincide con el 70º aniversario de la creación del Estado de Israel, en pleno entusiasmo nacionalista y fervor proestadounidense.

"Jerusalén seguirá siendo la capital de Israel sea cual sea el acuerdo de paz que imaginen", afirmó el domingo el primer ministro, Benjamin Netanyahu, durante una recepción frente a Ivanka Trump y Jared Kushner.

Pero la iniciativa unilateral estadounidense causó un enorme disgusto entre los palestinos, que la consideran el resultado del posicionamiento a ultranza adoptado por el presidente Trump a favor de los israelíes desde que asumió el cargo, en 2017. Según ellos, el traslado supone la negación de sus reivindicaciones sobre Jerusalén.

Israel se apoderó de Jerusalén Este en 1967 y la anexionó. Todo Jerusalén es su capital "eterna" e "indivisible", afirma. Los palestinos, por su parte, quieren hacer de Jerusalén Este la capital del Estado al que aspiran.

Además, la religión agrava la sensibilidad del asunto, pues Jerusalén es una ciudad santa para musulmanes, judíos y cristianos.

Trump prometió que mediará entre israelíes y palestinos en un eventual acuerdo diplomático "último". Al anunciar el 6 de diciembre que reconocía Jerusalén como capital de Israel, quiso favorecer la búsqueda de una paz elusiva, "sacando a Jerusalén del tablero", afirma.

Para la comunidad internacional, Jerusalén Este sigue siendo un territorio ocupado por lo que las embajadas no deberían instalarse en la ciudad hasta que el estatus de la misma no quede zanjado por una negociación entre ambas partes.

'Amigo de Sion'

De los 193 países de la Asamblea General de la ONU, 128 condenaron la decisión de Estados Unidos, incluyendo aliados de ese país, como Francia y Reino Unido. La votación provocó la ira de Washington y amenazas de retorsión por parte de su embajadora ante la ONU, Nikki Haley.

Pero, desde entonces, la indignación parece haber disminuido. Jerusalén se ha llenado de banderas israelíes y estadounidenses y de carteles que rezan "Trump make Israel great again" (Trump hace que Israel vuelva a ser grande) o "Trump is a friend of Zion" (Trump, amigo de Sion).

Sin embargo, los palestinos consideran que la fecha elegida es una "provocación", 24 horas antes de las conmemoraciones de la "Nakba", la "catástrofe" que constituyó la creación de Israel para cientos de miles de palestinos, forzados a huir de sus hogares en 1948.

Desde el 30 de marzo, Gaza es escenario de un movimiento que ha llevado a miles de palestinos a protestar frente a la frontera, en el marco del cual 54 han sido abatidos por el ejército israelí.

De momento, solo Guatemala y Paraguay se han comprometido a imitar a Estados Unidos y trasladar su embajada.