La derecha francesa se reagrupó hoy en torno a su candidato presidencial para las elecciones de 2017, François Fillon, al mismo tiempo que el gobernante Partido Socialista, aún sin un aspirante para el Elíseo, agravó sus señales de fractura.

François Fillon, primer ministro entre 2007 y 2012, recibió hoy el respaldo unánime del centro-derecha francés, al término de unos agotadores y tensos meses de primarias en las que participaron hasta siete candidatos, entre ellos el expresidente Nicolas Sarkozy.

Vencido el domingo su último escollo en segunda vuelta -el también ex primer ministro Alain Jupppe-, Fillon, de 62 años, afronta ahora el desafío de vencer en las presidenciales de abril y mayo de 2017 a la ultraderechista Marine Le Pen, a quien los sondeos sitúan como la rival a batir.

Entre Los Republicanos, principal partido del centro-derecha en Francia, las llamadas a la unión fueron constantes, incluso desde los más críticos con Fillon, como el propio Juppé o la moderada Natalie Kosciusko-Morizet, que acabó cuarta en la votación de las primarias. "Juntos uniremos fuerzas", apeló hoy mismo en las redes sociales la exministra.

Fillon, un representante de una derecha liberal en la economía, conservadora en lo social y favorable a una conciliación con la Rusia de Vladímir Putin en asuntos como la guerra en Siria, ha logrado recabar un asombroso 66,5 % de los apoyos entre los casi 4,4 millones de votantes.

Su discurso nacionalista, católico-tradicional y en favor de la autoridad del Estado en tiempo de amenazas yihadistas ha cautivado también a parte del electorado más a la derecha, proclive en principio a votar a Le Pen.

Su elección ha suscitado el interés de la canciller alemana, Angela Merkel, quien le felicitó hoy por su victoria "abrumadora" en las primarias, las primeras que el centro-derecha francés realizaba en su historia y que han servido para recaudar 17 millones de euros (cada votante pagó 2 euros), de los cuales 9 millones se invertirán en su campaña electoral.

Mientras la derecha y la ultraderecha ya cuentan con candidatos y preparan al pormenor los comicios de 2017, el gobernante Partido Socialista navega entre la división y la incertidumbre.

División porque tanto la izquierda moderada, con el joven exministro de Economía Emmanuel Macron, como la radical, con el veterano líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon, ya cuentan con sendos candidatos que participarán como independientes al margen del Partido Socialista.

E incertidumbre porque aún no se divisa a un buen candidato que pueda salvar a los socialistas de la debacle electoral que los sondeos barruntan.

François Hollande, el presidente con índices menos populares en Francia en las últimas décadas, tiene previsto anunciar si opta a su reelección dentro de unos días, a comienzos de diciembre.

Para muchos de sus colegas de partido y de Gobierno una nueva candidatura de Hollande sería un gran error, por eso su jefe de Gobierno, Manuel Valls, coquetea con la posibilidad de presentarse a las primarias socialistas de enero para evitar la derrota de la izquierda en las presidenciales.

Aunque la tensión se masca, el portavoz del Ejecutivo de Hollande, Stéphane Le Foll, trató de atajar este escenario descartando un duelo en primarias entre el presidente y el primer ministro.

"No habrá primarias entre el presidente y el primer ministro (...). El primer ministro puede presentarse, pero si lo hace, ya no será primer ministro", aseguró Le Foll en una velada amenaza a Valls.

Horas después, tras almorzar Valls con Hollande en una reunión descrita como "cordial y aplicada", el entorno del propio primer ministro desmintió que éste tenga la intención de dimitir y aseguró que mantendrá siempre "el sentido de Estado".