Los análisis de los cadáveres recuperados entre los restos del avión ruso que se estrelló el sábado pasado en el Sinaí muestran que pudo producirse una explosión en pleno vuelo, tal como han venido apuntando en los últimos días fuentes de la investigación.

Un experto forense egipcio ha explicado que los exámenes de las heridas halladas en las víctimas del siniestro parecen confirmar la teoría de la explosión. "Un gran número de partes indican que se produjo una explosión a bordo del avión antes de que impactase contra el suelo", ha afirmado, según la agencia RIA Novosti.

En cambio, un portavoz del Ministerio de Aviación Civil de Egipto, Mohamed Rahmi, ha asegurado en declaraciones a Reuters que no existen pruebas de que el avión estallase en el aire.

Sin embargo, Rahmid también ha confirmado que el avión no envió ninguna alerta. "Los centros de navegación no registraron ninguna comunicación del piloto pidiendo nada", ha aclarado este portavoz, que prevé un "largo proceso" de investigaciones hasta averiguar las causas del siniestro.

Dudas pendientes

La versión de la explosión en el aire ha sido motivo de debate desde que se produjo el siniestro el pasado sábado, en la medida en que ha sido esgrimida como aval de un supuesto atentado que ninguna de las pares parece contemplar.

Una fuente de los servicios de Defensa estadounidense ha asegurado a la cadena NBC News que los satélites detectaron una fuente de calor en el momento en que se produjo la caída y que encajaría con una explosión en pleno vuelo. No obstante, ha advertido de que Estados Unidos no contempla la hipótesis del atentado, toda vez que podría haberse debido a la explosión de un motor, por ejemplo.

El responsable del Comité Intergubernamental de Aviación de Rusia, Viktor Sorochenko, también ha asegurado que la "desintegración" del avión se produjo en el aire, lo que explicaría que los fragmentos del aparato se hayan distribuido por una "gran zona".