Cerca de 1,2 millones de inmigrantes de diferentes nacionalidades aguardan en Libia a poder entrar en Europa cruzando el Mediterráneo, un número que hace que "parezcan irrisorias" las cifras de personas que esperan la oportunidad de saltar a Ceuta o Melilla, que ronda las 4.000.

El Centro de Inteligencia y de Análisis de Riesgo de la Comisaría General de Extranjería de la Policía ha expuesto hoy estas cifras en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en las jornadas sobre tráfico de personas que el cuerpo celebra esta semana en la ciudad.

Su responsable, José María Nieto Barroso, ha explicado que esas 1.200.000 personas se agrupan en su mayoría en la costa comprendida entre Trípoli y la frontera con Túnez, donde operan las mafias que han aprovechado el vacío de poder en país para convertirlo en punto de salida de barcos-patera hacia Italia.

"Ante cifras así, la bolsa de inmigrantes que espera en los alrededores de Tánger y Nador para intentar entrar en Ceuta y Melilla, que ronda las 3.000 o 4.000 personas, parece irrisoria", ha reconocido hoy el inspector jefe Nieto Barroso.

El jefe del Centro de Inteligencia de la Comisaría de Extranjería ha subrayado que las mafias instaladas en Libia no tienen ningún problema en desentenderse de la suerte de los inmigrantes a los que embarcan en "buques chatarra", cargados muy por encima de su capacidad, una vez que los lanzan al mar rumbo a Italia.

Como tampoco lo tenían hace unos años, ha recordado, cuando enviaron a decenas de miles de personas hacia Canarias en cayucos y pateras, en travesías de hasta nueve días de navegación que en no pocos casos acabaron en tragedias, con la barquilla hundida en el mar o pérdida en mitad del océano Atlántico.

Los acuerdos firmados por España con Senegal y Mauritania para controlar la inmigración ilegal en los puntos de salida han cerrado en buena parte esa ruta. De hecho, de los 32.000 inmigrantes que llegaron a Canarias por vía marítima en 2006, se ha pasado a cifras que oscilan entre 200 y 300 personas en los últimos años.

La salida de las pateras se ha desplazado ahora las costas del Sahara Occidental y del sur de Marruecos, a puntos que apenas distan 100 kilómetros de navegación, pero no exentos de riesgo.

El progresivo cierre de las rutas que conducen a Canarias también ha elevado las tarifas que exigen las mafias a los inmigrantes que embarcan en las pateras, en su mayoría subsaharianos, ha relatado el comisario jefe de la Brigada de Extranjería de la Policía en Las Palmas, José Luis Sebastián Montesinos

De los 700 a 800 euros que se pagaban por persona en 2006, en pleno apogeo de la crisis de los cayucos, se pasó a 1.500-2.000 euros cuando se aumentó la vigilancia sobre las costas, y ahora el pasaje en patera se cotiza casi a 3.500 euros.

"Por 3.500 euros, usted se va a los fiordos noruegos, en el 'Queen Mary', en primera, exterior y con todo pagado. Usted y su pareja. Y ellos vienen en una patera de la muerte que puede naufragar. No saben manejarla, ni saben cómo funciona un GPS... Esas mafias son a las que tenemos que combatir", ha enfatizado Sebastián Montesinos.